19 de mayo de 2024

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«La revelación de Jesucristo no cambia, el dogma de la Iglesia no cambia, pero crece y se desarrolla»

El Papa Francisco ha vuelto a conceder otra extensa entrevista para el medio argentino Télam.

En la conversación con Bernarda Llorente, Francisco reconoce que tiene aún previsto el viaje a Argentina aunque no acaba de concretarlo. Hablando sobre las «crisis» personales, el Pontífice reconoció que le preocupa «cuando los problemas se encierran hacia adentro y no pueden salir. Una de las cosas que tenemos que enseñarles a los chicos y a las chicas es a manejar las crisis. A resolver las crisis. Porque eso da madurez».

El Papa también lanzó un mensaje sutil que ha sido entendido como una crítica a Milei. «Yo le tengo mucho miedo a los flautistas de Hamelin porque son encantadores. Si fueran de serpientes los dejaría, pero son encantadores de gente… y las terminan ahogando», afirmó el Santo Padre.

El Obispo de Roma también denunció que «el pensamiento único destierra la riqueza humana. Y la riqueza humana tiene que contemplar tres realidades, tres lenguajes: de la cabeza, del corazón y de las manos. De tal manera que uno piense lo que sienta y lo que hace, sienta lo que piensa y lo que hace y haga lo que piensa y sienta. Esa es la armonía humana».

Valor del trabajo

El Papa Francisco lanza en la entrevista un alegato al concluir que es «importante concebir el trabajo como algo inherente a la persona humana». En ese sentido, no dudó en aseverar que «la vagancia es una enfermedad social. Incluso están los vagos ricos, los que viven a costilla de los demás sin pensar en un bienestar común. La pereza y la vagancia son muy traicioneras porque alimenta toda esta viveza de aprovechar para mí, a costilla de los demás. Por eso, una persona que trabaja, trabaje donde trabaje, asume dignidad».

El Papa volvió a denunciar que «explotar a la gente es uno de los pecados más graves» porque «el trabajo te confiere dignidad y de ahí que el trabajador tiene derechos concretos». «El trabajo es con derechos o es esclavo», remarcó el Sucesor de Pedro.

«Verdugo no es solamente aquel que mata a una persona, sino también el que explota a una persona. Tenemos que tener conciencia de esto», agregó Francisco. A raíz de esta cuestión, el Papa negó que él fuera comunista. «A veces cuando me escuchan decir las cosas que escribí en las encíclicas sociales, dicen que el Papa es comunista. No es así. El Papa agarra el Evangelio y dice lo que dice el Evangelio», sentenció.

Cambios en la Iglesia

Preguntado por los cambios que pueden traer este Sínodo, el Papa Francisco se ha saltado su propia indicación impuesta al resto de participantes en el Sínodo de guardar silencio.

«Desde los inicios del Concilio Vaticano II, Juan XXIII tuvo una percepción muy clara: la Iglesia tenía que cambiar. Pablo VI coincidió y continuó, al igual que los Papas que los sucedieron. No se trata solamente de cambiar de moda, se trata de un cambio de crecimiento y en favor de la dignidad de las personas», declaró el Papa.

Defendiendo esos supuestos cambios, el Pontífice dice que «ahí está la progresión teológica, de la teología moral y todas las ciencias eclesiásticas, incluso la interpretación de las escrituras, que han ido progresando de acuerdo al sentir de la Iglesia» aunque pide que se hagan «siempre en armonía» ya que «las rupturas no son buenas«.

En ese sentido, el Obispo de Roma ha insistido en que «la Iglesia tiene que cambiar, pensamos cómo cambió desde el Concilio hasta ahora y cómo tiene que seguir cambiando en la modalidad, en el modo de proponer una verdad que no cambia».

Acto seguido el Papa argumenta que «la revelación de Jesucristo no cambia, el dogma de la Iglesia no cambia, pero crece, se desarrolla y se sublima como la savia de un árbol». Lanzando un dardo a los tradicionalistas, el Papa subrayó que «el que no está en esta vía es uno que da un paso atrás y se encierra en sí mismo. Los cambios en la Iglesia se dan en este flujo de identidad de la Iglesia. Y tiene que ir cambiando a medida que los desafíos le vayan presentando cosas. De ahí que el núcleo de su cambio sea esencialmente pastoral, sin renegar de lo esencial de la Iglesia».