El caso de Anders Behring Breivik, autor de los trágicos eventos del 22 de julio de 2011, ha vuelto a la atención pública al revelarse los privilegios carcelarios que disfruta en la prisión de Ringerike. Aunque cumple una condena de 21 años prorrogables indefinidamente, las condiciones del ultraderechista noruego han generado controversia.
De acuerdo a una nota publicada por la agencia AFP, desde 2022, Breivik reside en un recinto de alta seguridad, donde dispone de tres habitaciones privadas: una celda de vida, una de estudio y una de gimnasio. Además, comparte áreas comunes, como cocina, salón con una videoconsola, comedor y sala de visitas con otro detenido, aunque nunca simultáneamente.
El director de la prisión, Eirik Bergstedt, confirmó que Breivik goza de más espacio que otros reclusos en la misma institución. Este escenario ha despertado preguntas sobre la equidad en el sistema penitenciario noruego.
A pesar de las instalaciones relativamente sencillas, Breivik tiene acceso a diversas comodidades, incluyendo una Xbox en su salón, máquinas de musculación en su gimnasio y la compañía de tres cotorras como mascotas. Las actividades variadas, como partidas de baloncesto, paseos y acceso a una biblioteca, también forman parte de sus privilegios.
La agencia AFP señala que, además de los contactos con los guardias con quienes puede jugar a cartas, cocinar o almorzar, Breivik está autorizado a ver regularmente a un pastor, un fisioterapeuta, un psiquiatra o una visitadora de Cruz Roja con un perro al que acariciar.
Aunque Breivik ha disfrutado de ciertos privilegios en términos de espacio y comodidades en su lugar de reclusión, su queja se centra en la falta de relaciones humanas genuinas y la limitación de su correspondencia, alegando que estas condiciones violan sus derechos fundamentales.
El extremista, condenado por la muerte de 77 personas, incluyendo el ataque en Utøya y la explosión en Oslo, ha expresado en su defensa que su aislamiento es excesivo y que las autoridades están intentando «empujarlo al suicidio».
En las redes, numerosos internautas arremeten contra estas condiciones de detención comparándolas con «un hotel» o «un palacio».
«Otros toman a los guardias de prisión como rehenes para poder conseguir una pizza», dijo un usuario sueco en la red social X.
Mientras, las autoridades han rechazado las acusaciones, argumentando que las medidas son necesarias para garantizar la seguridad y mantener el orden en el establecimiento carcelario.
