23 de noviembre de 2024

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La manera más higiénica de limpiarse tras ir al baño según la ciencia

Las toallitas húmedas, compañeras inseparables de bolsos y mochilas para la higiene de los bebés, han extendido sus dominios para transformarse en un recurso de limpieza versátil.

Su practicidad y discreción las convirtieron en una alternativa popular para la higiene íntima, especialmente en baños públicos donde el papel higiénico puede escasear. Sin embargo, detrás de su aparente comodidad se esconde una realidad compleja que afecta tanto a nuestra salud como al medioambiente.

Desde una perspectiva ambiental, las toallitas húmedas representan un problema significativo. A diferencia del papel higiénico, que se biodegrada fácilmente, la mayoría de las toallitas húmedas no lo hacen. Esto significa que al desecharlas se acumulan en las tuberías y depuradoras y generan obstrucciones que dificultan el tratamiento de aguas residuales.

Por otra parte, las toallitas húmedas suelen contener una mezcla de productos químicos que pueden afectar negativamente a la salud. Un análisis realizado por la organización ambiental Women’s Voices for the Earth (WVE), que se especializa en la búsqueda de químicos en productos, encontró evidencia de “quejas de comezón, ardor, irritación, reacciones alérgicas y sarpullidos sangrientos” asociadas al uso de este producto.

El problema es que su uso para la limpieza de la vulva puede alterar el pH vaginal, un equilibrio delicado que es fundamental para la salud íntima. Por eso, se aconseja la utilización de productos adecuados para esta tarea.

En muchos casos, el picor vaginal puede llevar al uso excesivo de toallitas húmedas, debido a que estas pueden proporcionar un alivio temporal, pero a largo plazo agravan la dermatitis, algo que empeora el picor y deriva en escozor y dolor. Frente a estos síntomas, es fundamental consultar a un especialista para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.

La ciencia avala el uso de agua como método de limpieza más efectivo y respetuoso con la salud. Un estudio publicado en el Journal of Water Health encontró que las personas que utilizan agua para limpiarse tienen entre diez y once veces menos microbios en las manos que quienes usan papel. De igual manera, la revista Annals of the Royal College of Surgeons of England recomienda el agua corriente como medida inicial para el tratamiento del pruritus ani (prurito o picor anal).

Si bien el papel higiénico sigue siendo una opción común, es importante considerar su impacto ambiental. La fabricación de este producto requiere una gran cantidad de árboles, con estimaciones que señalan que una persona utiliza alrededor de 384 árboles a lo largo de su vida. Además, puede contener sustancias químicas nocivas conocidas como PFAs (sustancias per- y polifluoralquiladas), según destaca Environmental Science & Technology Letters.

Algunas recomendaciones
Priorizar el agua: siempre que sea posible, optar por la limpieza con agua. Es la opción más efectiva para eliminar microbios y mantener el equilibrio del pH vaginal. Sin embargo, se debe evitar el chorro del bidet.

Evitar las toallitas húmedas: limitar el uso de toallitas húmedas, especialmente aquellas con fragancias o productos químicos agresivos. A su vez, jamás se deben desechar por el inodoro.

Elegir papel higiénico ecológico: buscar opciones de papel higiénico fabricados con materiales reciclados o provenientes de bosques gestionados de manera sostenible.