28 de abril de 2024

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Un espía traidor y una esposa que adivinó el peligro: el día que George Orwell salvó su pellejo por apenas minutos

Después de escuchar aquella palabra, enérgica y seca, el incipiente autor aturdido se quedó paralizado. No acababa de comprender lo grave de su situación.

Solo eso repitió Eileen O’Shaughnessy, la mujer de George Orwell, en el vestíbulo del Hotel Continental de Barcelona sin que él sospechara que lo estaba salvando. Era el 20 de junio de 1937. La mujer había contado con unos minutos cruciales -su esposo había salido del hotel por un trámite, como veremos luego- para impedir que la Policía secreta española (SIM) lo detuviera por traición.

La verdadera traición, sin embargo, había sido la delación de un supuesto amigo: el periodista inglés David Crook les había entregado a sus perseguidores la dirección exacta de Orwell. Crook se había ganado la confianza del futuro afamado autor y de su mujer luego de decirles que estaba enrolado en su misma causa.

Orwell todavía no había escrito 1984 ni Rebelión en la Granja, llevaba tiempo en España en su cruzada-tomado luego como muestra de coherencia de obra y vida- por combatir al fascismo y defender la democracia como integrante del bando republicano antes de su caída en desgracia por ser miembro del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).

Allanamientos a escondidas

La purga desatada contra los miembros del POUM se debía a que había sido declarado una organización ilegal, tras asumir sus miembros una postura anti estalinista, similar a la de los trotskistas. Su esposa, que habría de oficiar en el futuro de primera lectora de su obra, mecanógrafa, editora y hasta educadora política, no perdió la calma, miró al conserje del hotel en busca de ayuda y en segundos se las arregló para sacar a su marido del lugar y llevarlo a un café donde le explicó que nada era como él pensaba.

El entregador había cumplido con su parte en una pérfida maniobra, típica del temible servicio secreto soviético NKVD-a cargo primero de Nikolái Yezhov y luego del brutal Lavrenti Beria, el brazo ejecutor del régimen estalinista. Cuatro días antes de la presentación de la Policía en el Hotel Continental, los agentes habían registrado la habitación de Eileen, donde confiscaron documentos, diarios, fotos y libros de Orwell lector. Uno de los textos se titulaba, aunque parezca broma, Las medidas para liquidar a los trotskistas y otros traidores dobles. Sin embargo, no lograron echar mano a sus pasaportes y chequeras que la mujer había escondido bajo el colchón de la cama. Eileen empezó a sospechar de Crook desde entonces.

La conversión de Crook como espía comunista se daría luego de que el inglés llamara la atención de los agentes de inteligencia soviéticos mientras se recuperaba en Madrid tras haber recibido tres impactos de bala en su pierna, desempeñándose dentro de las filas republicanas. La razón de haber llamado la atención de los agentes era el hecho de que Crook había empezado a tratar a la corresponsal de Guerra, Martha Gellhorn y su pareja Ernest Hemingway, junto con otras figuras del mundo literario.

Crook terminaría siendo reclutado por el NKVD y fue enviado a un campo de entrenamiento en Albacete donde se adiestró en técnicas de vigilancia y sabotaje. El objetivo era el Partido Laborista Independiente (IPL) que funcionaba como un contingente del POUM y en el que Orwell era una figura preponderante. Entre los avales de Crook, descendiente de judíos rusos, para pasar desapercibido estaba el hecho de haber integrado la Liga de Jóvenes Comunistas en Estados Unidos y apoyar como delegado estudiantil una huelga de mineros que habían sido reprimidos en Kentucky. A su regreso a su país, se afilió al Partido Comunista Británico y se alistó en las Brigadas Internacionales por la causa republicana en España. Y en efecto, nadie desconfiaba de él.

El infiltrado trabajaba en las oficinas del IPL y aprovechaba las ausencias del horario de almuerzo para tomar documentos y llevarlos a un lugar cercano donde los fotografiaba para luego entregarlos a los soviéticos. Los agentes recopilaron esa información -entre ellas, el de una supuesta aventura entre Eillen con un camarada, que los agentes de NKVD utilizarían luego como técnica de chantaje. Otro informe fotografiado por Crook fue el diagnóstico médico de una herida en el cuello de Orwell.

Huir para sobrevivir

En el café, tratando de recuperar la calma después de la traición, el futuro gran autor británico nacido en la India, escuchó con atención a su mujer: tenía que destruir su tarjeta de milicia y fotografías incriminatorias. Tenía que esconderse. Que su detención no se consumara había sido la concurrencia de una serie de episodios azarosos: el coraje de Eileen de sacarlo a tiempo del hotel pero también el hecho de que Orwell hubiera salido instantes antes de la llegada de la Policía para realizar un trámite.

Ese trámite era, ni más ni menos, que una licencia para dejar el Ejército y salir de España sin ser un desertor. A esas alturas, con el POUM declarado una orga ilegal, el creador del Gran Hermano ya estaba lo suficientemente asustado para entender que permanecer en España era un acto suicida y apenas podía imaginarse conjeturas de cuán cerca los soviéticos lo vigilaban.

Una vez consumada la fuga del hotel, Orwell experimentó con otros compañeros la odisea de dormir durante dos días en distintos lugares mientras simulaba, a la luz del día, ser un sofisticado ciudadano británico adinerado -se había afeitado para cambiar su aspecto- que frecuentaba los restaurantes más lujosos: ese sería el último lugar donde la policía buscaría a un miembro del POUM.

Incluso el destino estuvo de su lado la vez que un retén policial le pidió sus papeles y debió enseñarlos con un hilo de respiración, sin ser reconocido. Sería necesaria la inestimable ayuda de terceros -entre ellos el gerente anarquista de un restaurante local- para que Orwell y su grupo lograran escapar de una Barcelona minada de espías y agentes de la Policía secreta hacia Francia. La experiencia de aquel calvario se refleja en Homenaje a Catalunya, escrita en su deseo “de contarle al mundo la verdad de lo que pasa en España”.

El escape sería en un tren que partió hacia Port Beau el 23 de junio de 1937, después de que Eileen hiciera una serie de maniobras de postas para llegar a la estación. Una intermediación providencial, sin la cual, dos de los libros más originales de la literatura universal no se hubieran escrito. Pero esa es otra historia.

Quién fue George Orwell

♦ Nació en Motihari, Raj Británico, en 1903 y murió en Londres en 1950.

♦ Fue novelista, periodista, ensayista y crítico.

♦ Entre su obra, una de las más importantes del siglo XX, destacan las novelas distópicas Rebelión en la granja 1984.

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