La comunidad de Buenos Aires, en el distrito municipal de Quita Sueños, Cotuí, está devastada tras suscitarse una tragedia a raíz del desenlace fatal de Julissa Germán Salazar, quien falleció después de sufrir un ataque a manos de su expareja, Johan Mejía.
Este lamentable suceso ha dejado un profundo vacío en la familia y ha generado consternación entre los comunitarios, quienes se sienten angustiados por la violencia ocurrida en su entorno.
Julissa fue ingresada en el Hospital Inmaculada Concepción de Cotuí tras haber sido baleada por Mejía, quien también atacó y causó la muerte instantánea de la madre de Julissa, Juana Salazar, de 65 años, con un disparo en la cabeza.
La joven, inicialmente diagnosticada con muerte cerebral, falleció horas después debido a la gravedad de sus heridas. De acuerdo con fuentes cercanas a la familia, se había advertido previamente a Julissa sobre los riesgos de interactuar y visitar a su excompañero, quien ya la había amenazado en ocasiones anteriores.
Aunque la joven había presentado una querella en su contra, finalmente decidió retirarla, lo que dejó al agresor sin consecuencias legales inmediatas. Familiares y vecinos expresan su frustración, cuestionando si el desenlace habría sido diferente de haber proseguido con la denuncia.
«Yo mismo le dije unas cuántas veces que no siguiera yendo si se había dejado de él, porque él cada vez que ella iba, se esperanzaba que podían retomar la decisión. Pero ella decidió que no quería volver a la casa porque él la estaba amenazando, incluso se le había quitado la querella que ella había puesto».
«No sabemos qué demonio se le montó a ese hombre, y los hijos se salvaron porque la pistola se le encasquilló. Queremos que se haga justicia porque esta familia está desbaratado», comentaron.
A pesar de los consejos de personas allegadas para que se mantuviera a distancia, la joven aparentemente no pudo evitar estos encuentros, que parecen haber alimentado la obsesión de su expareja.
Actualmente, Mejía sigue prófugo y armado, lo que mantiene a la comunidad en estado de alerta. Las autoridades han instado al sospechoso a entregarse y aseguran que redoblarán sus esfuerzos para dar con su paradero. La familia y amigos de Julissa claman por justicia, esperando que su pérdida no quede impune y que la tragedia sirva de advertencia sobre los peligros de la violencia intrafamiliar.