Durante el periodo de campaña antes de las elecciones, el presidente electo Joe Biden ha usado el tema del impacto del coronavirus en Estados Unidos a su favor como una forma de distanciarse de su rival Donald Trump.
Desde que prevaleció en la contienda, el discurso ha sido el mismo: la administración saliente no hizo ni está haciendo lo suficiente para controlar el avance de la COVID-19 en decenas de estados.
En conferencias de prensa y por Twitter, Biden ha insistido en los últimos días en que todavía Trump debe responder por las nuevas olas de casos y hospitalizaciones registradas en el país.
“Yo soy el presidente electo, pero no seré el presidente hasta el año próximo. COVID-19 no respeta fechas en el calendario, se está acelerando actualmente. Acción urgente es necesaria hoy, ahora, por la actual administración”, lee uno de los tuits de Biden compartido ayer.
En la discusión, uno de los asesores del demócrata, el Dr. Michael Osterholm, sumó esta semana el ángulo de un posible cierre general para evitar que el panorama sanitario se agrave.
Osterholm argumentó que un confinamiento generalizado en toda la nación de entre cuatro y seis semanas podría controlar la pandemia y reactivar la economía.
Sin embargo, la propuesta de Osterholm incluía una paga por la pérdida de salarios de los trabajadores y de las pequeñas empresas.
“Podríamos pagar un paquete ahora mismo para cubrir todos los salarios, salarios perdidos de trabajadores por pérdidas de pequeñas y medianas empresas o gobiernos municipales, estatales o de condados”, dijo a CNBC Osterholm. “Podríamos hacer todo eso. Si hiciéramos eso, entonces podríamos encerrarnos durante cuatro a seis semanas”.
Trump pareció contestar antes a esta idea que el propio Biden cuando en su primera comparecencia pública en la Casa Blanca tras la derrota electoral rechazó la posibilidad de un cierre total temporero en el país.
Este viernes, las voces alrededor de Biden en contra de la propuesta de un “lockdown” parecían aumentar con las expresiones de la Dra. Celine Gounder y el Dr. Vivek Murthy, quienes coincidieron en que cualquier cierre debe ser enfocado y no generalizado.
“No estamos en la posición de decir, ‘cierra el país completamente’”, planteó Murthy en una entrevista con “Good Morning America”, de ABC. “Si nosotros hacemos eso, lo que vas a encontrar es que la gente estará más fatigada aún, las escuelas no abrirán y la economía se verá más afectada”, puntualizó.
Por su parte, Gounder dijo a NBC “Squawk Box” que el Gobierno debe enfocar mejor a nivel geográfico al momento de ordenar cierres.
El Dr. Amesh Adalja, acádemico sénior del Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria, indicó a la agencia Associated Press que un cierre total podría ser peor ya que provocaría un “retroceso” en los esfuerzos para combatir la enfermedad.
Precisamente, el recuento ayer de la Universidad Johns Hopkins ubicaba a Estados Unidos en números rojos por coronavirus, con récord de 187,095 nuevos contagios. Con lo anterior, la nación alcanzó este viernes la cifra de 10,714,001 casos confirmados de coronavirus y 244,217 fallecidos por la enfermedad de la COVID-19.
La resistencia de Trump de abandonar la posición y propiciar una transición ordenada del poder podría agravar el escenario en cuanto al manejo de coronavirus.
En la conferencia de prensa ayer desde la Mansión Ejecutiva, Trump buscó atribuirse los avances sobre una vacuna contra la COVID-19, sin hacer mención a los comicios o a sus resultados que disputa en los tribunales bajo alegaciones de fraude que no ha podido probar.
El presidente saliente además aprovechó para amenazar desde la rosadela con no distribuir los primeros lotes de la vacuna en Nueva York como castigo al gobernador demócrata Andrew Cuomo, quien ha sido uno de los mayores críticos de su gestión en términos de la pandemia.
Precisamente, este fin de semana Cuomo se reunirá de emergencia con otros cinco gobernadores de estados del noreste del país para tratar de establecer estrategias contra el avance de la enfermedad.