22 de noviembre de 2024

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Cómo los drones se convirtieron en un arma eficaz y barata en los conflictos de Ucrania, Gaza y el mar Rojo

Los drones, tanto militares como comerciales, se convirtieron en un arma fundamental en los conflictos actuales dado su cada vez más bajo costo y sus buenos resultados sin tener que poner combatientes en peligro. Ucrania primero, Gaza después y ahora la crisis en el mar Rojo han expuesto la necesidad acuciante de buscar soluciones igual de económicas para afrontar este desafío.

El uso de drones en el campo de batalla no es nuevo, si bien durante mucho tiempo la capacidad había estado limitada a las grandes potencias militares, como Estados Unidos o Israel, debido a su alto costo. Sin embargo, en los últimos años, gracias a su uso también con otros fines principalmente comerciales y recreativos, los costos se han abaratado, democratizando su acceso.

Inicialmente, este tipo de aparatos se empleaban para recabar información de Inteligencia, como las posiciones del enemigo, mediante cámaras rudimentarias y sistemas de radio, pero sus capacidades han evolucionado a medida que lo ha hecho la tecnología. Ahora, los aparatos militares pueden lanzar ataques de precisión, como el realizado por la CIA en el verano de 2022 en el que presuntamente murió el líder de Al QaedaAyman al Zawahiri, en Kabul.

El salto cualitativo se produjo en los últimos años, a medida que fue creciendo el mercado de los drones comerciales con aparatos de precios asequibles y manejables mediante un simple teléfono móvil. Como consecuencia de ello, pequeños grupos insurgentes que no cuentan con presupuestos multimillonarios como los de los estados tienen acceso a estos drones, que pueden usarse como misiles guiados para realizar ataques.

Ataques de Hamas y de los Hutíes

Un dron vuela en el cielo cerca de la frontera de Israel con Gaza, visto desde el sur de Israel (REUTERS/Clodagh Kilcoyne)Un dron vuela en el cielo cerca de la frontera de Israel con Gaza, visto desde el sur de Israel

Así ocurrió por ejemplo durante el ataque terrorista perpetrado por Hamas contra Israel el pasado 7 de octubre. El grupo terrorista lanzó en un primer momento vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) para destruir las torres de observación y las cámaras en la frontera de Gaza y también interrumpir las comunicaciones, dejando así a Israel a ‘ciegas’.

Asimismo, el grupo terrorista también empleó drones para lanzar munición contra tanques, así como contra soldados y otros efectivos, y envió ‘enjambres’ de drones contra buques e infraestructuras energéticas. A esto se sumaron miles de cohetes y los llamados ‘drones suicidas’, vehículos aéreos armados capaces de deambular hasta que localizan un objetivo y que en su caso han bautizado como Zuari, por un antiguo piloto de drones del grupo llamado Mohamed Zuari.

Los drones también están siendo una de las armas clave en la ofensiva de los hutíes yemeníes contra la navegación en el mar Rojo y en respaldo a los palestinos de Gaza. Este grupo insurgente apoyado por Irán, que también respalda a Hamas, ha empleado drones así como misiles en sus ataques contra los barcos que transitan por estas aguas, obligando a las grandes navieras a obviar el estrecho de Bab el Mandeb y optar por dar toda la vuelta a África.

El buque británico HMS Diamond disparando misiles Sea Viper contra un dron Houthi que se aproxima, en el Mar Rojo  (LPhot Chris Sellars/Royal Navy via AP)El buque británico HMS Diamond disparando misiles Sea Viper contra un dron Houthi que se aproxima, en el Mar Rojo

No obstante, ni Hamás ni los hutíes están siendo pioneros en esta materia, aunque puedan haber perfeccionado sus capacidades, sino que otros grupos terroristas e insurgentes, desde Estado Islámico a Al Qaeda pasando por el partido-milicia chií libanés Hezbollah, los talibanes, los grupos rebeldes sirios o las milicias pro-iraníes en Siria e Irak también los emplean en sus acciones.

Claves para frenar a Rusia en Ucrania

Sin duda, el punto de inflexión lo ha representado Ucrania. Kiev no solo consiguió resistir el primer envite de las tropas rusas tras la invasión de febrero de 2022 sino hacer retroceder a Rusia, pese a que sus capacidades militares eran inferiores, gracias al uso extensivo de los drones en su respuesta. Aunque tanto Moscú como Kiev disponían de un buen arsenal de UAV, los cuales tienen mayor alcance y precisión pero también son mucho más costosos, han sido los drones comerciales los que han marcado la diferencia.

Un vehículo aéreo no tripulado (UAV) ucraniano Vampire con proyectiles de mortero acoplados se ve en el aire cerca de una línea del frente en Zaporizhzhia (Reuters)Un vehículo aéreo no tripulado (UAV) ucraniano Vampire con proyectiles de mortero acoplados se ve en el aire cerca de una línea del frente en Zaporizhzhia

El prolífico uso de drones por parte de Ucrania ha supuesto todo un cambio puesto que los combatientes pueden observar las posiciones y movimientos de tropas rusas y mejorar la definición de objetivos a atacar con armamento convencional, además de acosar y presionar al enemigo sin necesidad de poner a efectivos en peligro. El empleo de drones comerciales para estas actividades se ha convertido en algo tan habitual que el Ejército ucraniano perdería unos 10.000 de estos aparatos al mes.

No obstante, aunque a Rusia en un primer momento fue tomada por sorpresa por esta nueva amenaza, supo adaptar su estrategia e incorporar a su arsenal nuevos UAV. Así, ha desarrollado el ‘Orlan-10′, un dron de espionaje que se encarga de recabar información de la situación en tierra, y el ‘Lancet’, un dron de ataque con capacidad para merodear en el aire hasta que encuentra el objetivo que alcanzar.

El ‘Orlan-10′, un dron de espionaje que se encarga de recabar información de la situación en tierra (Reuters)El ‘Orlan-10′, un dron de espionaje que se encarga de recabar información de la situación en tierra

Los sistemas antiaéreos, muy caros

En estos tres casos, la respuesta frente a esta amenaza ha sido en general el recurso a los sistemas antiaéreos tradicionales o los misiles tierra aire, pero aunque puedan ser efectivos en algunos casos no resultan la solución ideal, tal y como explica el teniente coronel retirado Paul Maxwell, director del Army Cyber Institute de la Academia Militar estadounidense.

“Golpear un objetivo muy pequeño y rápido con proyectiles de calibre relativamente grande es un desafío”, reconoce Maxwell en un reciente artículo publicado por el Instituto de Guerra Moderna. Al mismo tiempo, “gastar muchos miles, sino millones de dólares, en cada misil para eliminar un UAV que no cuesta nada es económicamente un derroche”.

Un militar ucraniano del batallón de drones de ataque de la 92ª brigada de Aquiles, opera un drone en su posición de primera línea en Bakhmut (REUTERS/Inna Varenytsia)
Un militar ucraniano del batallón de drones de ataque de la 92ª brigada de Aquiles, opera un drone en su posición de primera línea en Bakhmut

También existe la opción, según este experto, de emplear artefactos que usan el espectro electromagnético y que pueden ir desde los sistemas de interferencias (denegación de GPS, denegación de enlace de comunicación) a armas de energía dirigida como láser o microondas. El problema en este caso, incide, es que estos mecanismos también pueden interferir con los sistemas propios y atraer la atención de la artillería enemiga una vez detectados.

En ambos casos, según el teniente coronel Maxwell, “no hay suficientes sistemas para ofrecer una protección adecuada frente a los enjambres de UAV”. Por ello, este experto militar defiende que igual que los aviones evolucionaron pasando de una labor de reconocimiento a convertirse en un arma más en el combate con el desarrollo de los cazas, ahora los drones deben evolucionar y se deben crear “UAV de combate”.

Hacen falta drones de combate

“Lo que los ejércitos necesitan rápidamente son plataformas pequeñas y baratas (y por tanto desechables) que puedan defender contra los numerosos drones comerciales y recreativos que ensombrecen el campo de batalla”, subraya en su artículo, subrayando la importancia de que estos aparatos sean a su vez igualmente económicos dado que las fuerzas regulares no pueden gastar mucho frente a una “amenaza barata y efectiva”.

Estos drones de combate deberían tener una “autonomía significativa” que les permita pautas de vuelo sin necesidad de intervención del usuario, detectar amenazas y calcular recorridos de intercepción, así como también capacidad para cooperar con otros aparatos similares. Maxwell resalta la ventaja de que el objetivo a combatir también es un aparato no tripulado las cuestiones éticas se simplifican.

Asimismo, sostiene que es importante que se puedan usar mediante ‘smartphone’ y tablets con vistas a que los soldados que los tengan que emplear en el campo de batalla no requieran semanas de entrenamiento para el empleo de estos sistemas, y que estén disponible para las unidades terrestres que los requieran, sin reservarlo solo a los tradicionales servicios de superioridad aérea. “Ha llegado el momento para el desarrollo y despliegue de UAV de combate aéreo”, reivindica.