Un cardenal allegado al papa Francisco defendió un pronunciamiento reciente de la Santa Sede de que los sacerdotes no pueden bendecir uniones de personas del mismo sexo, en momentos en que el Vaticano enfrenta disensiones abiertas de parte de clero y cuestionamientos sobre el papel del pontífice en la aprobación del documento.
El cardenal Kevin Farrell, jefe de la oficina laica del Vaticano, concurrió con el pronunciamiento de que una “bendición” es un sacramento relacionado con el sacramento del matrimonio, que la Iglesia Católica enseña solamente puede celebrarse entre un hombre y una mujer.
Farrell dijo que aunque las uniones civiles no son matrimonios de la forma en que lo considera la Iglesia, “quiero insistir en que nadie, nadie debe ser excluido jamás del cuidado pastoral y el amor de la Iglesia”.
Farrell hablaba en una conferencia de prensa para lanzar una celebración de un año de las opiniones de Francisco sobre la vida familiar, articuladas en un documento del 2016 titulado “El Júbilo del Amor”.
Sus comentarios se producen en medio de críticas al documento publicado el lunes por la Congregación para la Doctrina de la Fe, según el cual la Iglesia Católica no puede bendecir las uniones de personas del mismo sexo porque “Dios no puede bendecir el pecado”.
En Austria, un grupo de sacerdotes católicos conocido como la Iniciativa de Pastores, dijeron que estaban “profundamente consternados” por el nuevo decreto y que no lo seguirían.
“Es un regreso a los tiempos que esperábamos el papa Francisco dejaría atrás”, dijeron los sacerdotes en Austria en una declaración. “Nosotros, en solidaridad con muchos, no rechazaremos a ninguna pareja amorosa que pide celebrar la bendición de Dios, que ellas viven cada día, también en un servicio de adoraciones”.
El grupo, fundado en el 2006 por nueve sacerdotes y que en la actualidad tiene 350 miembros “de la Iglesia Católica oficial”, dijo que el decreto “deshonra el mensaje liberador de Jesús”.
Un prelado belga, el obispo de Amberes Johan Bonny, se disculpó ante los fieles por lo que dijo fue una decisión “dolorosa e incomprensible” y el obispo de Mainz, Alemania, Peter Kohlgraf, expresó también consternación, diciendo que estaba preocupado por la posición del Vaticano y se tomaba muy seriamente las críticas a la misma que había escuchado de sus feligreses.