Con la ampliación del porte de armas y la prohibición de libros, Ron DeSantis se convirtió en adalid de los conservadores estadounidenses por su agenda antiliberal, aunque no le bastó para competir por la Casa Blanca contra Donald Trump, a quien el gobernador de Florida dio su apoyo el domingo al suspender su campaña.
Por años, DeSantis ha convertido a su estado en la primera línea de batalla por el alma de Estados Unidos, mostrándose a sí mismo como una versión del trumpismo sin el caos que acompaña al expresidente, con una doble acusación en lo penal.
Pero pese a que DeSantis mantuvo el segundo lugar en las encuestas por varios meses, Trump se mantuvo como favorito entre las bases republicanas que no vieron por qué apoyar una versión “ligera” del expresidente del movimiento MAGA (“Make America Great Again”, Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo) cuando podían tener al verdadero.
DeSantis buscó enfrentarse a políticos, empresas y profesores “woke” (progresistas) de visión liberal a ultranza a los que acusaba de imponer su ideología a los estadounidenses.
Sus iniciativas de mayor impacto incluyeron la expansión de los derechos al porte de armas, la imposición de leyes restrictivas al aborto y vetar de las aulas las discusiones sobre identidad de género y sexualidad. Sus políticas educativas llevaron a que decenas de libros fueran retirados de las bibliotecas escolares.
Pero durante algún tiempo la indignación fue acompañada con aplausos en los círculos más conservadores de Estados Unidos y la cobertura de prensa le dio proyección nacional.
Sin embargo, no era lo mismo que competir políticamente en un escenario nacional. DeSantis se mostró a menudo incómodo en los actos de campaña y en los debates, lastrado por su aparente aversión a los aspectos sociales de una carrera presidencial.
Sus grandes gastos de campaña y su costumbre de apoyarse en un estrecho círculo de asesores encabezado por su esposa, Casey DeSantis, también hicieron naufragar su candidatura.
‘Retirado’
Nacido en Jacksonville, Florida, el 14 de septiembre de 1978, DeSantis fue a la universidad de Yale y luego a la escuela de leyes de Harvard.
Ejerció derecho en el cuerpo de Marina estadounidense y entró en la política en 2012, donde obtuvo un escaño en la Cámara de Representantes.
En su carrera para gobernador de Florida en 2018, DeSantis obtuvo el respaldo clave del entonces presidente Trump en las primarias republicanas tras efusivos elogios.
Luego derrotó a su oponente demócrata por un estrecho margen pese a una ola de derrotas republicanas en otras partes del país.
Cuatro años más tarde, ganó la reelección de forma aplastante y comenzó a posicionarse para la Casa Blanca. Pero a medida que su perfil creció, su relación con Trump se agrió y el multimillonario lo atacó como “Ron DeSanctimonious”.
Las dudas sobre la elegibilidad de Trump siguieron en ascenso y siguieron a su inculpación por un delito financiero grave, una declaración de responsabilidad civil en un caso de agresión sexual e investigaciones penales sobre presuntas injerencias electorales y mala gestión de documentos gubernamentales.
Pero DeSantis falló en capitalizarlos, dando pasos en falso que levantaron banderas rojas sobre su propia preparación para el cargo más alto del país.
Una amarga y evitable disputa con Disney, la mayor empresa privada de Florida, sobre sus políticas desconcertó a los defensores del libre mercado, mientras que la prohibición del aborto de seis semanas preocupó a otros sectores su falta de conexión con la opinión pública.
Observadores en Washington ya lo daban por perdido incluso antes de los caucus de Iowa la semana pasada, en los que quedó muy por detrás de Trump.
Su decisión de dejar la carrera para la nominación republicana llega a menos de dos días de las primarias en New Hampshire, donde las encuestas lo daban bastante lejos de Trump y de Nikki Haley, exembajadora ante la ONU.
Periodistas en New Hampshire preguntaron el domingo a Trump si continuaría usando el mote de “Ron DeSanctimonious.”
“Ese nombre está oficialmente retirado”, respondió.