A Mabel Aguilera no le dolió el pinchazo. Esperó sentada una hora como lo estipula el protocolo para observar reacciones adversas ante la vacuna contra el nuevo coronavirus y salió del consultorio médico con una sonrisa, pensando que podrá finalmente ir a ver a su nieta que cumple 15 años a la oriental provincia de Granma.
“A veces creía que no iba a resistir no ver a mis nietas”, dijo el viernes la cubana de 75 años a The Associated Press.
Aguilera, quien vive junto a una de sus hijas en La Habana del Este, uno de los municipios más populares y densamente poblado de la capital, es abuela de dos jóvenes granmenses a las cuales no visitó en meses de encierro por la pandemia. “Hablar no es como tocarlas. Me mandan fotos por Facebook pero eso no es todo”, agregó al borde de las lágrimas.
La mujer forma parte de los cientos de miles de personas que Cuba comenzó a inmunizar esta semana contra COVID-19 con sus propios antígenos, Abdala y Soberana 02, los únicos desarrollados por un país latinoamericano y cuyos resultados tienen a la isla en el foco internacional.
Pintado de verde, adornado con murales alusivos a la prevención —lavado de manos, uso de barbijos, distancia social–, el consultorio donde se inmunizó a Aguilera vacunó diariamente a 80 vecinos mayores de 60 años desde el miércoles y a partir del sábado arrancará con los menores de esa edad en lo que las autoridades informaron sería un estudio de “intervención sanitaria”.
Es “intervención sanitaria” está prevista por los epidemiólogos como campañas de vacunación masivas temporales mientras los organismos de control de medicamentos otorgan la autorización de emergencia. En este caso, obedece a un desesperado aumento de contagios de COVID-19 en la isla en las últimas semanas.
En el caso de La Habana del Este, las personas serán vacunadas con Abdala, dijo a la AP la doctora Naicy Guzmán, directora del Policlínico que supervisa el consultorio donde se inmunizó a Aguilera.
“Hemos tenido muy pocos eventos adversos, alguna paciente con un poquito de decaimiento”, comentó Guzmán, quien también vive junto a sus hijos y padres en las inmediaciones del centro médico. “Todo esto es una emoción, mi gente, mis hermanos, mi población va a estar vacunada contra esta enfermedad que realmente nos ha estremecido. Ha sido una lucha larga e intensa”.
Guzmán indicó que se aplicarán tres dosis cada 14 días a cada persona y en poco más de un mes tendrá vacunado —hay decenas de consultorios como éste inmunizando cada día— a 20,490 de los 32,000 pacientes y vecinos que atiende su policlínico. Quedarán excluidos los menores de 18 y quienes tengan COVID-19.
El ministro de Salud de la isla, José Ángel Portal Miranda, anunció el viernes pasado la decisión de realizar la intervención sanitaria y reconoció que todavía falta procesar la información de la culminación de la Fase III –arrancó en marzo– de los ensayos clínicos realizado a más de 400,000 personas con Abdala y Soberana 02.
Portal presentó en la televisión un cronograma por el cual se comenzaría a inmunizar esta semana en siete municipios de La Habana —los más golpeados por COVID-19 como La Habana del Este–, en los cuales se aplicará la inoculación a unos 700,000 ciudadanos mayores de 19 años. De junio hasta agosto se completará la aplicación a la población capitalina, un millón de personas más.
Al mismo tiempo se comenzó también la intervención en las provincias, según indicó el ministro y mostraron medios de prensa locales.
Del esquema presentado por el ministro, se espera que la autorización de emergencia sea entregada para junio o julio por las autoridades reguladoras de medicamentos, cuando ya estaría vacunado el 22% de la población, y para agosto se alcanzaría el 70% en todo el país.
Quedarán exceptuados los menores de edad. En todos los casos la recepción de la vacuna será voluntaria. En el consultorio, donde se vacunó a Aguilera, se exigió a cada paciente su consentimiento firmado.
“Esta intervención en nuestro pueblo tiene más beneficios que riesgos… para poder avanzar en un periodo temporal hasta que podamos aplicar las vacunas cuando tengan sus registros”, dijo el ministro. “Va a disminuir el número de enfermos y fallecidos”.
La campaña de vacunación cubana levantó además expectativas internacionales pues países como Argentina, Irán y México indicaron públicamente que están dispuestos a comprar las vacunas cubanas, un logro para el sistema de ciencia y salud estatal de la empobrecida isla caribeña.
Los directivos de la industria farmacéutica aseguraron que el país –de 11 millones de habitantes– podría producir unos 100 millones de dosis de sus dos productos este año, al tiempo que desarrolla otros tres candidatos: Soberana 01, Soberana Plus —por el Instituto Finlay— y Mambisa –por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología—, esta última intranasal.
Cuba sufre un rebrote de contagios que comenzó en diciembre pasado tras meses en los cuales incluso algunas localidades no reportaron casos en semanas. Desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020 se reportaron 121,838 casos, y de ellos 785 fallecidos. En diciembre se confirmaron 3,675 infectados y el pasado abril hubo 31,346.
El impacto económico de la pandemia fue notable. La isla decreció en 11% en 2020 y su vida productiva se encuentra semiparalizada, especialmente el vital sector del turismo.