Tras ser promovida como la metrópolis más segura de Estados Unidos en los últimos tiempos, NYC está cerrando su año más sangriento en casi una década, lidiando con un aumento en los homicidios y una pandemia que, según las autoridades, ha contribuido a alimentar la violencia.
La ciudad había registrado 447 asesinatos hasta el martes 29 de diciembre, un aumento del 41% con respecto al año pasado, y la mayor cifra mayor desde 2011. Aún así, Nueva York sigue siendo mucho más segura que a principios de la década de 1990, cuando había más de 2 mil homicidios por año.
Específicamente preocupa el auge de la violencia armada: el número de personas baleadas en 2020 ha más que duplicado el total del año pasado, acercándose a un máximo de 14 años. La violencia no cede en las calles, las bodegas ni el transporte público, a pesar de que en teoría NY es un estado estricto para la compra de armas.
En NYC, las balas no distinguen entre condados ni víctimas: un bebé de un año sentado en su cochecito en una parrillada de verano; un maestro de 53 años paseando a su perro; un joven turista clase media, y una madre mexicana dentro de su dormitorio. Son apenas cuatro muertos por proyectiles perdidos, aparte de los baleados como objetivo preciso en un crimen.
Aunque el desempleo, el recorte mil millonario al presupuesto policial, la reforma penal y las liberaciones para evitar contagios han sido citados como causas del auge criminal en 2020, en realidad éste fue el tercer año consecutivo con aumento de homicidios, después de que la ciudad registrase un mínimo de la era moderna de 292 asesinatos en 2017.
En promedio, 88% de los detenidos por cargos de armas este año están de vuelta en las calles, lo que según la policía de Nueva York ha provocado un aumento histórico en los tiroteos que han dejado más de 1,756 víctimas, entre muertos y heridos.
Según NYPD, la lucha contra el crimen este año se ha complicado además por la omnipresencia del uso de máscaras y el déficit de policías por enfermedad, miedo a contagios, tensiones raciales, políticas y sindicales, y alta tasa de jubilación.
“El coronavirus ha tenido un impacto devastador en la sociedad en las comunidades de bajos ingresos, y se suma a la desorganización social que existe”, diagnosticó Samuel Walker, experto policial y profesor emérito de la Universidad de Nebraska en Omaha.
“Definitivamente estamos saliendo de ese período oscuro”, dijo con esperanza el martes el comisionado de NYPD, Dermot Shea, quien en ese contexto pasó su primer año al frente del cuerpo policial más grande del país. “La confluencia de COVID en las protestas en todo el debate sobre la eliminación de fondos a la policía… no puedo imaginar un período más oscuro”, citó Associated Press.