SANTO DOMINGO. – La magia de la Navidad se puede ver y sentir a través de sus colores, luces y accesorios que embellecen cada espacio donde son colocados. Como parte de la misma, esta trae consigo tradiciones y costumbres que la hacen única y especial. Una de ellas son los charamicos.
Los charamicos son decoraciones artesanales que, con el tiempo, se han convertido en una tradición navideña en la República Dominicana.
De acuerdo a este diario, su origen radica en los años 70, de la mano de Rafael de Jesús, el pionero de esta actividad. Debido al ingenio que posee, en 1979 tomó la decisión de salir a la avenida John F. Kennedy- específicamente, pararse en la entrada de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (Unphu)- y aplicar lo que aprendió de su padre cuando estaba pequeño; fue así que una simple acción no solo se convirtió en el sustento de toda una familia desde que Rafael de Jesús tenía 18 años, sino que también sirvió de inspiración para que muchos otros siguieran los mismos pasos, pasando a convertirse una tradición de Navidad.
Estas piezas son elaboradas con maleza y distintos tipos de madera, también con ramas secas, bejucos, yerba y otros elementos procedentes.
El árbol más usado es el olivo, el cual cortan y dejan secar a la luz del sol con bastante tiempo de antelación.
Con los materiales listos, se crean diversas decoraciones aledañas a Navidad, como arbolitos, bolas, ángeles, cestas, burritos, renos, nacimientos, trineos, entre otros. Luego, estos pasan a ser pintados con una lata con hoyos para que quede de manera uniforme y se le esparce brillo.
Para preservar la labor sin afectar al medio ambiente, no se cortan arboles que se encuentren cercanos a los ríos y, en ocasiones, se le compran bejucos y ramas a los dueños de terrenos.
Los charamicos, más que ser simples decoraciones o un trabajo del cual lucrarse, son una señal de que la Navidad ha llegado al país y representan una tradición que se puede apreciar en las calles de San Isidro, la Winston Churchill y la 27 de febrero.