Emely Peguero tenía 16 años y cinco meses de embarazo cuando la mataron. El cuerpo de la adolescente presentaba señales de un aborto, probablemente forzado, y ruptura craneal. Estuvo desaparecido por nueve días.
Su novio, Marlon Martínez y la madre de éste, Marlín Martínez, que era una funcionaria pública y tenía una carrera política prometedora, fueron los encontrados culpables por su muerte y condenados a 30 y cinco años de prisión, respetivamente.
Por la brutalidad y por la implicación de una funcionaria, este caso conmocionó a República Dominicana, un país en el que hay un promedio de 200 feminicidios anuales según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
La muerte de Peguero fue uno de los 153 homicidios de ese tipo perpetrados entre enero y agosto de este año según los datos de la Procuraduría. Algunas activistas temen que las cifras podrían ser más altas.
Durante la búsqueda del cuerpo de la menor se encontraron los cadáveres de otras dos jóvenes, las dos de 18 años. Una de ellas había sido asesinada por su padrastro y la otra por su novio y un cómplice de éste, lo que puso aún más en evidencia la gravedad de los asesinatos de mujeres en el país.
De acuerdo a las pruebas presentadas por el Ministerio Público en el juicio, a la adolescente se le practicó un aborto de forma rudimentaria, fue sometida a tortura y golpeada con un objeto contundente en la cabeza.