La Casa Blanca y el Congreso rodeados de rejas, calles cerradas, vidrieras tapiadas, negocios con planes de cerrar antes del anochecer, la Guardia Nacional desplegada, policía y agentes federales en alerta…
Así vive EE.UU. la víspera de las elecciones presidenciales que enfrentan al republicano Donald Trump y al demócrata Joe Biden.
El inusual escenario ha contribuido a que la ansiedad se multiplique: la votación se realiza en medio de una pandemia que ha dejado en el país más 231.000 muertos y más de 9 millones de casos confirmados (la cifra más alta del mundo), pero también en un ambiente caldeado por la polarización política y las denuncias sobre el proceso electoral.
A esto también se ha sumado la reticencia del presidente Donald Trump a decir que va a aceptar una transferencia pacífica de poder, sus acusaciones sobre supuestos fraudes con boletas enviadas por correo y su llamado a sus seguidores a que vayan a las urnas a vigilar el proceso.
Por primera vez en sus 25 años de historia, el International Crisis Group, una organización cuya misión es “hacer sonar la alarma para prevenir conflictos mortales”, emitió un informe la pasada semana sobre las elecciones en EE.UU.
De acuerdo con el grupo, el país se enfrenta a un “peligro desconocido” y a medida que se acerca el día de las elecciones, “están presentes los ingredientes para el malestar”.
Medios locales y sondeos de opinión reportan que la ansiedad, la desconfianza y la sospecha se han vuelto rampantes.
Según una encuesta del diario USA Today y la Universidad de Suffolk, tres de cada cuatro votantes estaba preocupado por una potencial violencia postelectoral y solo uno de cada cuatro estaba “muy seguro” de que habrá una transferencia pacífica si Biden derrota a Trump.
Pero también han aumentado los temores sobre lo que pueda suceder ante la incertidumbre de que no se conozca un ganador en la misma noche de las elecciones.
En esos contextos, algunos medios de EE.UU. reportaron el domingo que Trump planeaba declararse vencedor antes de que se terminaran los conteos y, aunque el mandatario tildó de falsos los reportes, aseguró que sus abogados estarían listos para presentar demandas para impugnar el proceso.
“Vamos a ir en la noche, tan pronto como terminen las elecciones, vamos a ir con nuestros abogados”, dijo.
Las alarmas sonaron dentro de la campaña demócrata.
“Mi respuesta es que el presidente no se va a robar esta elección”, declaró el candidato demócrata Joe Biden, que luego en la noche fue alentado por otros renombrados miembros de su partido, entre ellos la excandidata Hillary Clinton, a no conceder en caso de que Trump se declare ganador.
Pero los comentarios de ambos candidatos se sumaron a la incertidumbre que ya vive el país en vísperas de las elecciones del martes, luego de que las tensiones afloraran en varios de los estados más disputados el fin de semana.
¿Qué pasó el fin de semana?
El sábado en la mañana, un grupo de manifestantes demócratas en Carolina del Norte, un estado tradicionalmente republicano y que ahora tiende al otro bando según las encuestas, fue rociado con gases lacrimógenos y decenas de personas fueron detenidas por la policía.
El hecho de que se reprimiera a los manifestantes que realizaban una protesta pacífica para reclamar el derecho de participación en las urnas levantó denuncias entre organizaciones civiles y grupos de derechos humanos, mientras las fuerzas del orden aseguraron que tomaron la medida porque la protesta se realizaba sin permiso.
En Texas, otro estado que ha sido un bastión republicano por décadas y donde ahora las encuestas muestran una dura competencia entre Biden y Trump, un incidente entre seguidores de los dos candidatos llevó al FBI a tomar cartas en el asunto.
These tactics have no place in Texas, my home state, and no place in America.
— Dr. Eric Cervini (@ericcervini) October 31, 2020
Please vote. Please volunteer this weekend. The future of our democracy is at stake. pic.twitter.com/G0O4yg2vnJ
Un video que se hizo viral en las redes sociales muestra cómo, al parecer, una caravana de seguidores de Trump obstaculiza el paso a un bus de la campaña de Biden y uno de las camionetas con banderas del presidente golpea a uno de los carros de los demócratas.
Durante un acto de campaña en Florida, el presidente salió en defensa de sus seguidores y aseguró que solo estaban “protegiendo” al bus de Biden, mientras en Twitter cuestionó que el FBI investigara el suceso.
En el mismo acto, el senador republicano Marco Rubio también pareció defender a los seguidores de Trump en Texas y destacó que sucesos similares “ocurren cada día” en Florida, el estado que representa en el Congreso.
Otro grupo de vehículos con banderas de Trump detuvieron el tráfico el domingo en áreas de Nueva Jersey y bloquearon puentes en Nueva York, mientras otro convoy pro-Trump en Virginia terminó en una tensa pelea de gritos con un grupo de manifestantes demócratas.
El domingo en Georgia, otro de los estados republicanos donde Biden tiene una pequeña mayoría según las encuestas, un mitin demócrata fue cancelado poco antes de su inicio ante el temor de los organizadores por una “gran presencia de milicias”.
La incertidumbre del 3-11
Desde que EE.UU. viviera intensas protestas en el verano tras la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de la policía, varias agencias del orden del gobierno habían alterado sobre la posibilidad de que eventos similares se repitieran durante las elecciones de noviembre.
El Departamento de Seguridad Nacional, en una evaluación anual de amenazas publicada en octubre, señaló a lugares de infraestructura electoral, eventos de campaña, los lugares de votación y los eventos de registro de votantes como “puntos más probables para una eventual violencia”.
Mientras, la Guardia Nacional, la fuerza que el país despliega en situaciones de emergencia, anunció que había creado una nueva unidad compuesta por policías militares que podrían ser enviados para ayudar a sofocar los disturbios en los próximos días.
Indicó, además, que estaba lista para enviar efectivos a los diferentes estados a solicitud de las autoridades locales.
Pero las agencias no solo temen a lo que pueda suceder en la noche electoral, sino también durante el día luego de que Trump llamara a sus seguidores a acudir a las urnas para vigilar el proceso.
En varios estados, la policía ha creado líneas de emergencia para que los votantes puedan denunciar eventuales hechos de intimidación o amenazas de violencia.
Jefes de departamentos de policía a lo largo del país contaron a medios estadounidenses que habían prohibido a sus agentes tomar días libres en las fechas cercanas a las elecciones ante la incertidumbre sobre la magnitud que podrían llegar a tener unas hipotéticas protestas.
Los demócratas han alertado sobre la posibilidad de que milicias armadas cercanas a Trump puedan protagonizar altercados violentos, mientras el presidente ha señalado a Antifa y la “extrema izquierda” de potenciales disturbios.
En este contexto, desde el fin de semana miles de negocios de todo el país han comenzado a tapiar sus vidrieras o reprogramar sus horarios por temor a que sus instalaciones puedan sufrir actos vandálicos.
Y a tal punto ha llegado, que hasta la propia Casa Blanca, el lugar donde Trump esperará los resultados, comenzó a implementar medidas de protección el fin de semana, con nuevas barreras y cercas para impedir la cercanía de potenciales manifestantes.
“Los esfuerzos en curso para salvaguardar al presidente y la Casa Blanca se han intensificado en las últimas semanas, cuando los manifestantes llegaron al área y pidieron la destitución de Trump”, indica la corresponsal de la BBC en Washington Tara McKelvey.
“Se espera que aparezcan más manifestantes alrededor de la Casa Blanca la noche de las elecciones, especialmente si no está claro quién ganó y los agentes del Servicio Secreto se están preparando para lo peor”, agrega.