El presidente Donald Trump y sus aliados han dicho que sus demandas para revertir el resultado de la elección presidencial serían sustanciadas si sólo los jueces pudieran escuchar sus argumentos, pero los jueces han estado entre los críticos más fuertes, a menudo desestimando los argumentos legales con palabras de repudio.
Eso ha ocurrido con jueces nombrados por demócratas y republicanos, incluso algunos nombrados por el propio Trump.
Los fallos judiciales que han rechazado las alegaciones infundadas de Trump de un fraude electoral generalizado han recalcado no solamente la futilidad del intento del presidente saliente por sabotear la voluntad popular, sino también el papel de los tribunales para detener sus intentos sin precedentes para quedarse en el poder.
Los rechazos no han frenado los litigios. El martes, el fiscal general de Texas Ken Paxton demandó a los estados de Georgia, Michigan, Wisconsin y Pensilvania, alegando que violaron la Constitución, sobre la base de una serie de quejas ya rechazadas. Paxton pidió a la Corte Suprema que invalide los 62 votos electorales de esos estados por Biden: un paso que le daría la elección a Trump y que no tiene precedentes en la historia estadounidense.
El lunes, la jueza federal Linda Parker desestimó una demanda contra los resultados de la elección en Michigan que había sido presentada dos días después de que el estado certificó la elección a favor de Biden. Parker, nombrada por el presidente Barack Obama, dijo que el asunto ya estaba decidido.
“Esta demanda parece ser menos para lograr el resultado que busca el demandante… y más sobre el impacto de sus alegaciones en la fe de la gente en el proceso democrático y su confianza en nuestro gobierno”.
La demanda presentada a nombre de un grupo de votantes decía que Biden se benefició de fraude, afirmando —como en muchos otros casos— que hubo una enorme conspiración demócrata para manipular los resultados. Trató de anular la certificación y confiscar todas las máquinas de votos para su inspección.
“Los demandantes piden a este tribunal que ignore el ordenado esquema reglamentario establecido a fin de cuestionar las elecciones e ignorar la voluntad de millones de votantes. Eso la corte no puede y no va a hacer”, dijo la jueza.
“El pueblo ha decidido”, enfatizó.
Su fallo es similar a otros en Pensilvania, Georgia, Arizona y Nevada que tienen algo en común: todos han rechazado las alegaciones de Trump.
Pese a todas esas derrotas judiciales, Trump sigue diciendo que ganó la elección y ha optado por apelar directamente a los legisladores.
El presidente saliente convocó a legisladores de Michigan a la Casa Blanca en un intento fallido por anular el conteo de votos y llamó por teléfono al gobernador de Georgia Brian Kemp para pedirle que ordenara una sesión legislativa especial a fin de revertir los resultados en el estado. Kemp se negó.
Trump llamó también al presidente de la cámara de representantes de Pensilvania, el republicano Bryan Cutler, quien le dijo que la ley del estado no le daba a la legislatura el poder para anular la voluntad de los votantes.
Lo que es cierto es que a Trump se le están agotando las vías legales.