Perú se encamina hacia un nuevo capítulo de su ya convulsionada realidad política, que llevó al país a tener cuatro presidentes en los últimos cinco años y alimentó un creciente descrédito de la ciudadanía en su clase dirigente.
Con el 99,98 % de las actas contabilizadas, la ajustada virtual victoria del candidato socialista Pedro Castillo en la segunda vuelta de las elecciones augura un extenso conflicto que aumentará la polarización, tras un reñido balotaje en el que se pusieron en juego dos proyectos antagónicos de país.
Los números oficiales parecen torcer la balanza hacia la izquierda. Con el apoyo de las regiones, el docente rural de Perú Libre alcanza el 50,12 % de los votos frente al 49,87 % de su rival, Keiko Fujimori. Del otro lado, la líder ultraconservadora, a escasos 50.000 votos, intentará por la vía judicial reclamar la nulidad y revisión de miles de sufragios por supuestas irregularidades en algunas mesas.
El escenario anticipa una dramática definición de la carrera democrática por la jefatura del Estado. Pero pase lo que pase con esta puja, quien resulte oficialmente electo como presidente o presidenta, para el período 2021-2026, se topará con una larga lista de problemas a resolver, principalmente en el plano sanitario y económico.
Pobreza, desempleo y deuda creciente
A más de 15 meses del primer caso detectado de coronavirus, el país continúa sumido en la segunda ola de la pandemia, con la presencia de nuevas cepas consideradas más dañinas y contagiosas. Tras actualizar sus cifras a finales del mes pasado, Perú duplicó las muertes por covid-19 que tenía registradas, y se convirtió en la nación con la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo, con 551 decesos por cada 100.000 habitantes.
En un 2020 marcado por el virus, la economía se redujo un 11,1 % y la pobreza alcanzó al 30,1 % de los peruanos, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). En el primer año de la crisis sanitaria, el porcentaje de personas cuyos ingresos no cubrieron una canasta básica creció 9,9 puntos porcentuales respecto a 2019, lo que habla del fuerte impacto que tuvieron las restricciones en el plano laboral.
En efecto, el empleo se redujo en 2020 un 13 %, en comparación con el año anterior. Y este dato refleja solo al mercado de trabajo registrado. Si se tiene en cuenta que casi tres de cada cuatro trabajadores peruanos se encontraban en condición de informalidad en 2019, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), y que las necesidades económicas impulsaron a más personas a ganarse la vida como cuentapropistas, el cuadro es aún más preocupante.
La deuda pública, en marcado ascenso desde 2013, es otro de los escollos que enfrentará el futuro gobierno, ya que trepó del 27 % del PIB registrado en 2019 hasta el 35 %, dado el gasto extraordinario que impuso la crisis de la pandemia.
El «miedo irracional» de los mercados
Tras una semana de incertidumbre por el resultado de las elecciones, y ante la posibilidad concreta de un giro a la izquierda si gana Castillo, los mercados reaccionaron de manera negativa.
Entre las elecciones generales del 11 de abril y la primera semana de junio, el sol peruano se devaluó un 7 % respecto al dólar estadounidense. A su vez, el índice selectivo de la bolsa de Lima se hundió un 7,7 %, y la compañía financiera JP Morgan pronosticó una «fuga de capitales» si se confirma la victoria del líder de Perú Libre.
«Esta es una película repetida. País que gira a la izquierda en esta región, ocurren este tipo de cosas. Y luego, una vez que pasa la histeria de los mercados y eligen a un ministro de Hacienda, se calman», explica a RT Carlos Orihuela, economista político e investigador peruano.
En ese sentido, Orihuela ve como una «buena noticia» la aparición de Pedro Francke en el equipo económico, y cree que irá frenando el precio del dólar, aunque todavía es difícil saberlo.
«Si él se consolida en el poder, todo ese miedo irracional debiera desaparecer, sobre todo si el precio del cobre va para arriba como hasta ahora», analiza. El valor de este metal, que tiene a Perú en el segundo puesto mundial por exportaciones, ha registrado una suba del 94 % solo en el mes de mayo.
Francke, un economista de la izquierda moderada que viene del partido Juntos por el Perú, considera que un eventual Gobierno de Castillo incrementaría los impuestos al sector minero y lucharía contra la evasión y elusión de los tributos a la renta de las empresas, para financiar un mayor gasto en salud y educación.
También asegura que el maestro rural respetaría la economía de mercado. Una de las cuestiones que más preocupaban al poder económico de Perú era la supuesta idea de Castillo de intervenir desde el Estado en empresas de sectores claves para la soberanía económica del país, como el minero, petrolero, hidroenergético, gasífero y de comunicaciones.
«Lo que plantea Castillo, y que también propone Francke, no es estatizar, sino nacionalizar. Es buscar mejores términos para repartir la renta con la industria. Y que, por ejemplo, si se extrae gas, que ese gas se utilice para el país», precisa el especialista.
Y diferencia al candidato del partido Perú Libre de su fundador, Vladimir Cerrón, un médico y dirigente marxista formado en Cuba, cuya imagen quedó golpeada tras una condena a cuatro años de cárcel en suspenso por un caso de corrupción.
«Castillo no es tan radical como lo vemos desde Lima —dice Orihuela—. Su discurso tiene una carga más bien reivindicativa. Es un líder sindical, con todas las connotaciones que eso tiene para un sector deprimido como el de la educación. Pero no hay indicios suficientes para verlo como una persona ideologizada, ni para creer que sea un irresponsable fiscal. Mi percepción es la de una figura que actuará con pragmatismo, pero habrá que ver lo que ocurre».
Del lado de Fujimori, Orihuela sí advierte cierto grado de irresponsabilidad fiscal, ya que plantea dar bonos directos, créditos y al mismo tiempo reducciones de impuestos que no termina de detallar de qué manera financiará. «Tiene una mirada bien clientelar de la política. Un populismo de derecha», considera el economista.
Desde su punto de vista, Castillo también habla de impulso fiscal «pero menos alocado», mediante un plan que revise el tema de exoneraciones de impuestos en algunos sectores que hoy son beneficiados. Sin embargo, este docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú cree que para una reforma tributaria más amplia, «habrá que esperar a que se resuelva el tema de la pandemia».
El entrevistado sostiene además que el equipo económico de Castillo se inclinaría por brindar apoyo a los sectores de la pequeña agricultura andina, históricamente excluida, con una política más promotora de la actividad, con acceso al crédito y otras medidas de fondo. Sobre todo teniendo en cuenta que buena parte de los votos que fueron al dirigente de izquierda provienen de las regiones.
«Perú está preparado para una economía más redistributiva»
Por las cifras macroeconómicas, Perú es uno de los países más afectados en la región, pero por las mismas razones la expectativa es que sea uno de los que más crezca, por el efecto rebote. Una proyección del Banco Mundial anticipa que la economía peruana crecerá este año 10,3 %.
«Creo que nuestra macroeconomía va a mejorar porque estamos en el hoyo y va a haber ese efecto rebote. Todo apunta a que vamos a tener un nuevo ciclo del cobre y esto trae sus ventajas y problemas. Dinamiza mucho y ayuda a la cuestión fiscal, pero también es parte de la insatisfacción popular. Una parte de los problemas pasará por gestionar mejor ese crecimiento minero y diversificar la economía. La pregunta va a ser cómo vamos a seguir después del rebote. Si seguimos en el piloto automático, que sería si gana Fujimori y mantenemos el modelo económico que hemos tenido estas décadas, o si pasamos a querer experimentar otro tipo de recetas», advierte el economista.
Y concluye: «Siendo optimista, creo que Perú está preparado para una economía más redistributiva. Está en el propio beneficio de los sectores que se han visto favorecidos hasta ahora el atender a los descontentos. La misma candidatura de Fujimori, en su estilo, refleja eso, aunque de modo más clientelar o populista. Hay que ver qué apellido le ponemos a ese momento redistributivo. Si seguimos como estamos y que los mercados lo resuelvan todo, o nos damos un poco más de tiempo a pensar cuestiones de diversificación productiva, de investigación y desarrollo. Pero esas cosas no maduran de un momento a otro, sería más bien empezar un camino. Parece ser un momento en el que se abre la oportunidad para pensar esos temas. Habrá que ver las formas».