8 de junio de 2025

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¿Qué tan saludable es el desayuno escolar? en República Dominicana

A raíz de un recorrido periodístico realizado por este diario al cierre del pasado año escolar, fue inevitable no detenerse frente a una de las realidades más preocupantes del sistema educativo dominicano: el desayuno y almuerzo que se sirve a diario a miles de estudiantes en las escuelas públicas.

Lo que se presentó como una solución alimentaria bajo el amparo del 4% del PIB destinado a la educación —en vigor desde hace más de 12 años— hoy genera más preguntas que respuestas sobre su calidad nutricional, manejo y efectividad.

En las visitas se encontró estudiantes que, pese a recibir el desayuno escolar, aún llevan merienda desde casa. La razón es sencilla: lo que se entrega no satisface ni en sabor ni en nutrición. La intención original del programa era combatir la desnutrición infantil, pero la ejecución parece estar lejos del ideal. Las cajas del desayuno generalmente contienen una pequeña porción de leche (a veces saborizada), pan blanco, muffins, una galleta o un conconete, productos que, en muchos casos, resultan duros o insípidos.

El Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (INABIE) anunció, en agosto de 2024, un “nuevo menú escolar balanceado”. Incluía muffins bajos en azúcar elaborados con ingredientes como guineo maduro, avena, zanahoria o harina de maíz. Estos se alternarían con pan de vegetales, galletas de avena y la ya conocida leche escolar —a la que se le redujo azúcar y grasa—. Sin embargo, lo observado en las aulas dista mucho del anuncio oficial. Las raciones siguen siendo básicas, con una calidad cuestionada no solo por los estudiantes, sino también por expertos y directores escolares.

Joel, uno de los entrevistados, lo resume así: “Llevo años comentando que ese desayuno escolar, todos los días durante 12 o 14 años, que es el tiempo promedio de formación de un estudiante, va a acabar con la salud de nuestros estudiantes y docentes”.

Afirma que muchos suplidores “hacen lo que les da la voluntad”, sin seguir los parámetros establecidos. Los directores escolares —dice— han levantado múltiples reportes, pero “nadie dice ni pío porque los suplidores tienen una cuña”.

MUESTRAS AL LABORATORIO: LO QUE LA LECHE ESCOLAR NO DICE:

Como en 2008, cuando se denunció el uso de leche desproteinizada, este equipo volvió a recoger muestras de desayuno escolar, incluyendo leche y productos horneados, para someterlas a análisis microbiológicos. El resultado fue alarmante.

Frank Reyes, director del laboratorio Franja, explicó: “Hemos recibido en el laboratorio dos tipos de muestras: una de leche UHT autorizada y también bizcochos del desayuno escolar”.

Si bien los bizcochos mostraron una buena calidad microbiológica —por su bajo contenido de agua—, la leche no corrió con la misma suerte. En algunas muestras se detectaron bacterias como klebsiella, bacillus, micrococcus y streptococcos, además de otras asociadas a condiciones insalubres en plantas procesadoras, incluyendo presencia probable de roedores.
“Este tipo de microorganismos no debe estar en la leche, y menos en niños, porque el niño tiene una sensibilidad mucho más lábil que los adultos”, advirtió Reyes.

Algunas de estas bacterias son resistentes al proceso de pasteurización, lo que puede provocar mal olor, sabor desagradable, vómitos y malestares gastrointestinales.

EL AZÚCAR, UN ENEMIGO SILENCIOSO:

Más allá de la carga bacteriológica, el contenido de azúcar es otra gran preocupación. Según el etiquetado de las leches escolares, los niveles varían:

-Leche con azúcar: 13 g por porción de 200 ml.

-Leche con chocolate: 18 g.

-Bebida láctea con avena: 14 g.

Las recomendaciones internacionales de la OMS estipulan un máximo de 5 g de azúcares por cada 100 ml, lo que ninguna de estas bebidas cumple. De hecho, una porción de leche con chocolate representa el 90% del total de azúcar libre recomendado para un niño en todo el día, si se sigue el ideal de 20 g diarios.

Esto sin contar las azúcares adicionales que aportan los bizcochitos y conconetes. Si el estudiante consume también jugo o galletas traídas desde casa, supera fácilmente los límites saludables establecidos por organismos internacionales.

CARRAGENINA: UN ADITIVO BAJO LA LUPA:

Además del azúcar, preocupa la presencia de estabilizantes como la carragenina, un aditivo aprobado por la FDA y la OMS, pero que, según estudios recientes, puede causar inflamación intestinal en personas sensibles y, particularmente, en niños. El etiquetado actual no especifica la cantidad exacta, lo cual impide saber si su nivel es realmente seguro.

INABIE RESPONDE: MEJORAS LENTAS, PROMESAS EN ESPERA:

La doctora Ana Carolina Báez Abbott, directora de Salud y Nutrición de INABIE, defendió los cambios implementados: “En los últimos tres años hemos trabajado en reducir el azúcar, grasas y aumentar la fibra. Excluimos el néctar de las meriendas y optimizamos los almuerzos. El desayuno es nuestro mayor reto.”

Explicó que el cambio estructural depende de un proyecto de ley que permitiría instalar cocinas en las escuelas y preparar comida caliente.

Báez insistió en que solo 265 centros cocinan actualmente y que se han hecho pilotos con la FAO en 36 escuelas. Pero aceptó que todavía no se han implementado de forma generalizada los nuevos productos prometidos como el pan de vegetales.

“Lo que hemos hecho es una reestructuración de la fórmula. El muffin tiene aproximadamente 10 g de azúcar”.

Sin embargo, los datos analizados muestran cifras más elevadas. A pesar de las reformulaciones anunciadas, los desayunos escolares siguen representando una fuente excesiva de azúcar para los niños, contraviniendo los estándares internacionales.

¿DÓNDE QUEDÓ EL 4%?

El desayuno escolar ha contado con una inversión de 2 billones de pesos en más de una década. A pesar de esto, los hallazgos revelan una ejecución deficiente, falta de controles y productos que podrían poner en riesgo la salud infantil. Con una alimentación escolar pobre en nutrientes, alta en azúcares y potencialmente contaminada, se pone en entredicho la efectividad del programa.

Los niños no solo merecen comer algo: merecen alimentarse bien. Si no se garantiza la calidad de la comida en las escuelas, ¿qué le estamos enseñando realmente al futuro de la nación?