Seamos honestos, el alcohol es una de las pocas drogas “socialmente aceptadas” y desde hace muchos años ha estado presente en todo tipo de reuniones y celebraciones. Si bien no todo es blanco y negro, cuando se trata de los efectos del alcohol en el cuerpo, no es del todo malo; pero tampoco es del todo bueno. Finalmente como en todo, la moderación es la clave.
Si bien existen todo tipo de variantes de bebidas alcohólicas, las cuales se diferencian principalmente por su porcentaje de alcohol e ingredientes agregados; no todas las bebidas son iguales, ni tienen el mismo efecto en el organismo. Sin embargo a grandes rasgos, los efectos en el organismo son los mismos y vale la pena conocerlos a detalle para emprender un estilo de vida más saludable.
1. Deshidratación
Uno de los efectos más populares del consumo de alcohol es en principio una sensación se sequedad, que tiende a caer en la deshidratación. Con el tiempo puede contribuir a trastornos neurológicos, urológicos, circulatorios y gastrointestinales. Lo que sucede es que al beber alcohol, se suprime la hormona que ayuda al cuerpo a mantenerse hidratado, llamada hormona antidiurética. Otro dato muy interesante es que el alcohol en sí también es un diurético, lo que significa que extrae agua del cuerpo. De hecho es bastante común deshidratarse por el consumo de alcohol, lo cual también puede provocar desequilibrios en los niveles de electrolitos. La gravedad de los desequilibrios de electrolitos depende de la gravedad de su deshidratación. Es por ello que la forma más eficaz de limitar los efectos deshidratantes del alcohol, es alternar un vaso de agua entre bebidas alcohólicas y también al consumirlas siempre es una buena idea acompañarlas con agua. de hecho se cuenta con un estudio publicado en el Journal of the International Society of Sports Nutrition, en el cual se encontró que quienes bebían cerveza y agua después de hacer ejercicio estaban tan hidratados como quienes bebían solo agua.https://b7ac8980e2ab6cb9743c89335cd5a9a3.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html
2. Afectaciones en el sistema nervioso central y cerebro
Es bien sabido que el alcohol es una sustancia especialmente tóxica para las neuronas, de hecho a través de este estudio se ha comprobado que su consumo recurrente y excesivo produce una lesión y pérdida neural permanente. También sobre los nervios periféricos. De tal modo que no es raro saber que un excesivo consumo de alcohol, se relaciona con un mayor riesgo en desarrollo de demencia (pérdida de memoria y deterioro cognitivo), enfermedades como el síndrome de Wernicke –Korsakoff y alteraciones del sueño y del carácter. Además, según un estudio publicado en Molecular Psychiatry encontró que los bebedores empedernidos, específicamente los hombres, tenían significativamente más problemas sociales y de comportamiento que los bebedores moderados o abstemios.
3. Alteraciones en la salud intestinal
Beber alcohol puede influir en la composición y la función metabólica del tracto gastrointestinal. Lo que sucede es que al consumir alcohol, de manera casi inmediata las células del estómago empiezan a producir cantidades excesivas de ácido gástrico. Si bien esto puede derivarse en algunos síntomas digestivos típicos como irritabilidad estomacal y náuseas. Se ha demostrado que el consumo excesivo continuo de alcohol causa estrés oxidativo que promueve el desarrollo de enfermedad hepática alcohólica, junto con otras afecciones serias. También de manera automática las afecciones en la salud intestinal, tienen consecuencias en el funcionamiento del sistema inmunológico y por lo tanto somos más propensos a contraer enfermedades. De hecho se ha demostrado que el consumo de probióticos es de gran ayuda, para reparar el daño gastrointestinal, una vez que deja de beber.
4. Daños en el páncreas
El consumo de alcohol es la segunda causa más común de pancreatitis aguda. Se cuenta con referencias que confirman que el riesgo aumenta sustancialmente, cuando se consumen más de cinco tragos al día. Sin embargo no todo está perdido y afortunadamente, no se ha encontrado una asociación entre el consumo moderado de vino o cerveza y la pancreatitis. Lo cierto es que estos daños en el páncreas tienen una razón de ser, la principal es el efecto del etanol que promueve la lesión pancreática inicial al inflamar y taponar las células alrededor del páncreas. Por lo tanto continuar consumiendo cantidades excesivas y recurrentes de bebidas alcohólicas, inhibe la capacidad del cuerpo para reparar las células dañadas.
5. Daños en el hígado
Claro, el hígado es el primer órgano en el que pensamos cuando pensamos en los daños que genera el consumo de alcohol. De hecho está bien establecido que beber en exceso puede provocar acumulación de grasa en el hígado y, con ello a largo plazo y en última instancia: cirrosis. Probablemente no lo sepas, pero se cuenta con referencias en las cuales se avala que la grasa corporal está muy influenciada por el alcohol y también puede tener un impacto profundo en la salud del hígado, en un cuerpo sano, el tejido graso es necesario e importante para la longevidad. Sin embargo, con el tiempo, el consumo excesivo de alcohol descompone las células grasas y las envía al hígado, donde pueden acumularse y provocar una enfermedad hepática crónica. De hecho se ha descubierto que la obesidad solo potencia este efecto.