A horas de jugarse el clásico, por Avellaneda hay preocupación. Y no sólo por el brote de Covid que dejó fuera del partido a varios futbolistas de ambos planteles. Sino por la interna violenta de ambas barras, que se reavivó en la madrugada cuando la Policía detuvo a tres miembros de Los Diablos Rojos haciendo pintadas amenazantes en el Cilindro. Y lo que podría ser un juego de tres jóvenes queriendo chicanear al rival de toda la vida esconde por detrás una puja por el poder de la tribuna del Rojo que el Aprevide viene monitoreando hace un mes, preocupado por el incremento de actividad de dos sectores de la barra que están haciendo alianzas en un año en que la política del club juega mucho ya que hay elecciones. Y del otro lado del charco las cosas no están mejor, sino todo lo contrario: hubo tres episodios a balazos limpios entre las facciones que se disputan la jefatura de la barra de Racing y la Justicia en la investigación se encontró con detalles muy sugerentes de padrinos políticos, deportivos y sindicales que conforman un mapa complicado de cara a lo que viene.
La primera parte de la historia pertenece a Independiente. Desde la detención en octubre de 2017 de Pablo Bebote Álvarez y toda su cúpula, la barra aparecía atomizada. Y eso fue aprovechado por César Loquillo Rodríguez, otro histórico del paravalanchas. Juntó gente de Berazategui, del barrio 4 de Junio de Avellaneda y se alió con Matías Sting Olivera, que manejaba mucha gente de Dock Sud para tratar de coronar nuevamente. Pero a fines de 2019 terminaron detenidos en Temperley tras una cinematográfica persecución policial. Ambos estaban protagonizando un video donde Sting y otro secuaz blandían armas como aviso de lo que vendría. Esa caída volvió a dejar abierta la puerta y fue en ese momento en que 40 barras de la vieja guardia, encabezados por Juani L., alias Juani de Gerli, y Roberto I., alias Rober de Bera, se presentaron el 20 de febrero del año pasado en Villa Domínico al término de la práctica del equipo, que por entonces dirigía Lucas Pusineri, como los nuevos dueños de la popular. Ante esto, barras del sector de Sting fueron a la sede a hacer 400 carnets nuevos para copar la bandeja norte. Se venía la guerra pero aunque suene increíble, fue la pandemia al mes siguiente la que paró todo. Mientras eso ocurría en la calle, Bebote Álvarez hacía su negocio: salía en libertad y montaba un bar temático y museo de la barra en un predio pegado al estadio que agota las mesas los días de partido para ver al Rojo en pantalla gigante.
Las pintadas en el estadio de Racing
Todo este rompecabezas comenzó a armarse nuevamente en febrero, cuando empezaron a circular informaciones de que el fútbol podría volver a tener público con un aforo del 30 por ciento. Será un negocio gigantesco para quienes lo manejen. Y además, es un año político, con lo cual, cada una de las dos facciones intensificó su trabajo con las agrupaciones para ofrecerse como mano de obra y en caso de ganar, ser la barra en la cancha. La movida de anoche tiene que ver con eso, de dejar en las paredes la marca de quién está parado del otro lado. Las detenciones de Walter Alexis Agüero, Axil Guaimas y Jerónimo Criscuolo en la madrugada por daños en el Cilindro van en ese sentido.
Por otro lado, La Guardia Imperial vive tiempos álgidos. La salida de Diego Milito como manager del club alimentó una guerra interna de dirigentes y el ascenso en las decisiones de algunos que siempre tuvieron vínculo histórico con la barra. Mientras la facción oficial veía como su líder, Josi Repetto, estaba en prisión domiciliaria y sus más cercanos colaboradores, entre ellos su sobrino Facundo, también fueron detenidos por desfigurar al periodista partidario Sebastián Acosta, la facción disidente creyó que era el momento ideal para tomar el poder. Liderados por Leonardo Paredes de Corina comenzó una guerra por el sur del Conurbano que incluyó tres hechos a balazos limpios y varios aprietes a miembros del club que investiga la Justicia. La primera denuncia es del 5 de enero de este año, que está ingresada en la UFI 1 de Avellaneda e identificados dos miembros de la disidente, uno apodado Caffi y otro llamado Martín R., acusados del delito de acción pública. La respuesta a esa denuncia fue un ataque a balazos a Juan Manuel G., en Lanús, uno de los que quedó a cargo de la oficial tras la detención de la cúpula. Terminó con una herida de bala en la pierna y la promesa de venganza. Hubo otro hecho el 22 de febrero que motivó otra intervención del departamento judicial de Avellaneda mientras la guerra seguía por todos los barrios. Hasta que el 22 de marzo fue atacado Leandro Paredes, quién recibió varios balazos en sus piernas cuando circulaba por Avellaneda. En esa causa por tentativa de homicidio hay dos imputados: Maximiliano Torilla y Robinson Peralta, que están libres esperando que se resuelva su pedido de eximición de prisión.
Pintadas en el estadio de Racing en la previa al Clásico de Avellaneda
El tema es más profundo cuando se ven las conexiones. En el momento de ser detenido se pudo confirmar que Facundo Repetto era empleado de la Municipalidad de Avellaneda, algo habitual entre los barras de la zona. Además, su relación umbilical con la intendencia. Y así como en Independiente se vio la conexión Camioneros-Barra con la detención de Roberto el Polaco Petrov, en Racing quedó al descubierto la de los violentos con el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos, ya que Paredes aparece como empleado de la Obra Social con un sueldo de 180.000 pesos. Una foto más que muestra la película completa de ese flagelo llamado violencia en el fútbol.