La reciente implementación de un conjunto de medidas de ajuste fiscal de la dictadura de Cuba, conocido popularmente como el ‘paquetazo económico’, ha resultado en una aceleración de la inflación y un empeoramiento de la ya grave crisis económica que sufre el país.
Desde el primer día de marzo, cuando estas medidas entraron en vigor, el valor del dólar y el euro frente al peso cubano alcanzó cifras récord (314 y 320 pesos (CUP), respectivamente) exacerbando las tensiones financieras en la nación caribeña. En el mercado paralelo, único acceso de divisas para los cubanos, subieron 4 y 5 pesos.
Las reformas, que comprenden un aumento de más del 500% en el precio del combustible, el incremento de las tarifas de servicios básicos y la eliminación del subsidio a la cesta básica de alimentos, intentan estabilizar la economía cubana, pero han desencadenado el descontento popular y prolongadas filas en los puntos de venta de gasolina.
Estas medidas económicas drásticas llegan en un momento de profunda crisis para Cuba, país que enfrenta la peor recesión económica en más de seis décadas, caracterizada por una devaluación severa de su moneda y una alarmante tasa de pobreza que cerró el año 2023 con un 88% de la población afectada.
El régimen cubano argumentó la implementación de este “paquetazo” como en un intento por contener la hiperinflación y revitalizar su economía. Sin embargo, el impacto inmediato ha sido una escalada de precios y un incremento en la insatisfacción de la ciudadanía, quienes -además de las conocidas restricciones a la libertad democrática- enfrentan un poder adquisitivo severamente mermado.
En el corazón de esta crisis económica, se encuentran los ingresos extremadamente bajos que perciben los habitantes de Cuba. Actualmente, el salario mínimo en la isla se sitúa en menos de USD 7,5 dólares, mientras que el sueldo medio mensual alcanza apenas los USD 15 dólares. Estas cifras se ven aún más agravadas cuando se observa el monto de la pensión mínima, que no supera los USD 5 mensuales. Estos ingresos se muestran insuficientes frente al coste de vida y los precios elevados producto de una inflación galopante.
La implementación de estos ajustes coincide con una situación de escasez de recursos básicos, reflejada en apagones programados y una solicitud de ayuda al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU por parte de la dictadura cubana, con el objetivo de asegurar la provisión de leche para niños menores de siete años.
Los apagones, de hecho, han sido uno de los detonantes de las protestas antigubernamentales de los últimos años, incluidas las del 11 de julio de 2021, las mayores en décadas
Adicionalmente, la suspensión temporal de la venta de combustible por parte de la empresa estatal Cimex y anunciados cortes de electricidad por parte de la Unión Eléctrica (UNE) de Cuba, debido al mantenimiento de su mayor central termoeléctrica, agravan aún más la ya difícil situación de la nación.
El pan también escasea
El régimen castrista también adelantó que el pan, un básico de la dieta cubana, escaseará durante marzo. El Ministerio de la Industria Alimentaria del régimen afirmó que esto se debe a “situaciones específicas” con los “embarques planificados” desde países aliados, como Rusia, pero no dio más detalles.
Para la mayoría de los cubanos noticias como ésta son un problema cíclico en un país que importa el 80 % de los alimentos que consume, según Naciones Unidas. Sobre todo, en un punto crítico de crisis económica y con falta de divisas para pagar a los proveedores.
Además del pan y la falta de leche, productos como el arroz, el café o el aceite, han estado experimentando faltas y retrasos de forma habitual durante los últimos meses.
En medio de este panorama desolador, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel continúa realizando giras internacionales, lo que ha suscitado críticas por parte de analistas y miembros de la comunidad, que ven estas acciones como desconectadas de la realidad que enfrenta la mayoría de los cubanos en el día a día.