El destituido presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, fue arrestado este miércoles tras semanas de resistencia en su residencia oficial. Antes de entregarse a las autoridades, Yoon emitió un mensaje público donde justificó su decisión de rendirse para evitar un “lamentable derramamiento de sangre”.
“Hoy, al ver cómo estas personas invadieron zonas de seguridad utilizando equipos de bomberos, decidí presentarme ante la Comisión Anticorrupción y Derechos Civiles, para evitar un lamentable derramamiento de sangre”, declaró Yoon.
El exmandatario fue detenido por la Oficina de Investigación de la Corrupción (CIO) después de que cientos de agentes policiales y anticorrupción irrumpieran en su residencia. Su arresto ocurre tras ser destituido mediante una moción del Parlamento y enfrentarse a cargos de insurrección por su fallido intento de imponer la ley marcial el pasado 3 de diciembre.
En su discurso, Yoon denunció irregularidades en el proceso judicial y calificó la investigación como “ilegal”. “Lamentablemente, en este país, las bases de la ley se han desmoronado por completo”, afirmó. También acusó a las agencias de investigación de elaborar documentos falsos y llevar a cabo procedimientos coercitivos con órdenes inválidas.
Pese a considerar ilegítimo el proceso en su contra, Yoon explicó que su entrega responde al compromiso de evitar enfrentamientos. “Como presidente de Corea del Sur, cuya responsabilidad es proteger la Constitución y el sistema legal del país, mi decisión de cooperar con este procedimiento refleja únicamente mi deseo de evitar enfrentamientos violentos”, subrayó.
El intento de Yoon de suspender el orden civil y desplegar soldados en la Asamblea Nacional sumió a Corea del Sur en su peor crisis democrática en décadas. Aunque revocó la medida horas después, las consecuencias políticas derivaron en su destitución y posterior investigación por insurrección, convirtiéndolo en el primer presidente del país arrestado durante su mandato.
