“Madre solo hay una”, dice una frase popular que a pesar de estar llena de plenitud no abarca todos los casos. La vida sabe bendecirnos con progenitoras de sangre únicas, incomparables e irreemplazables; a otros en cambio, les da la oportunidad de saborear el deleite de tener una mamá que no los parió, pero su entrega es tal que sobrepasa la manifestación de amor de cualquier otra. Y nos hacen recordar que el amor de madre es el más perfecto que puede presentarnos este mundo.
Hoy, en vísperas de celebrarse en República Dominicana el Día de las Madres, hacemos un espacio especial para honrar a aquellas tías, madrinas, primas, abuelas o cualquier otra madre de crianza que decidió dar lo que los lazos de sangre no pudieron; o simplemente sustituir a quien la vida se llevó. A ellas un aplauso y una dedicación especial porque hacen que el mundo de sus hijos de crianza sea un espacio especial.
Hemos entrevistado a hijos y madres que dan fe de que una madre de crianza también es una madre de verdad.
Maura, la mamá de su prima Nuris
Nuris y Maura.
Maura engendró tres hijos (José, Billy y Deiry), pero al verlos crecer sintió la necesidad de tener otra hija que la acompañara y a la que pudiera dar toda su atención y afecto. No hacía falta parir nuevamente. Habló con los padres biológicos de Nuris Pérez, cuando ésta tenía 12 años, ellos aceptaron y a partir de ese momento la pequeña adolescente se convirtió en el cuarto retoño de esta mujer llena de amor. Maura es prima del papá de Nuris
Al transcurrir poco más de 20 años de la hermosa decisión, Maura afirma satisfecha que, al igual que a sus hijos de sangre, se aseguró de suplirle todo a Nuris, afecto, educación y principios. «Somos una familia. Nos amamos. Ella es mi hija y vivió conmigo hasta contraer matrimonio hace dos años. Hoy la veo y me digo que valió la pena, en ella veo a mi cuarta hija, para la que estaré para todo lo que ella necesite».
Este Día de las Madres, Nuris es de las personas que lo celebran por partida doble; con una mamá que la engendró y la que decidió darle todo desde los 12 años. «Para Maura tengo mucho amor, gratitud y confianza. No puedo mentir que mi madre biológico me hacía falta porque era muy niña, pero ella con su buen trato y educación me hizo entender que me era favorable seguir con ella, para que hoy en día mis padres estén orgullosos de haberme dejado ir en busca de un mejor futuro al lado de Maura».
Airam Toribio, la hija de muchas madres
Airam Toribio y su hijo Dante.
Cuando Airam Toribio cumplió 12 años la vida se llevó a su mamá biológica, pero en su lugar puso a otras mujeres grandiosas; entre ellas a su madrina Mayra, que siempre estuvo presente desde antes de la partida de su comadre. “Vivíamos prácticamente puerta con puerta, así que el proceso fue más fácil, pero, sobre todo, fue algo muy natural, y siempre le estaré muy agradecida”.
Transcurrieron los años y la pequeña se convirtió en adulta, comenzó a trabajar en una revista en la que Martha, su jefa, también comenzó a figurar como una figura materna, que le ayudó en lo profesional y en lo personal. “Me aconsejaba en todo lo que una nueva adulta pudiera necesitar: trabajo, amigos, novios, cómo vestir para conquistar el mundo y hasta me centraba cuando peleaba con mi papá o mi hermana. Recuerdo exactamente el día en que supe que se convertiría en una persona importante en mi vida. Estaba muy enferma de gripe, con fiebre en el trabajo… Me despachó, me dio las llaves de su casa para que pudiera descansar y luego me hizo sopa. Y como bien sabemos, quien te cuida, te quiere. La extraño todos los días”.
Pero hay más, las figuras maternas bendicen la vida de esta periodista de profesión. Ella añade en su lista a su hermana Wilma: “ella es la que más me ha enseñado de maternidad. Por supuesto que extraño tener a mi madre conmigo, entiendo que por más años que pasen no dejas de extrañarla y pensar cómo hubiese sido toda tu vida de tenerla contigo. Sin embargo, estoy muy agradecida de conocer a mujeres extraordinarias que han influido en la mujer y la madre que soy hoy”.
Hilda, la «abuelastra» de Jessica, decidió ser su mamá
Doña Hilda y Jessica.
Hilda tuvo siete hijos, de los cuales crió cinco, ya que dos se le murieron al nacer. Todos son mayores que Jessica Leonor, a quien decidió convertirla en hija, ya que con pocos meses de nacida sufrió la inestabilidad de que su madre la llevara de una persona a otra en busca de buena atención, pero la niña nunca se adaptaba y lloraba mucho.
Al identificar la situación, Hilda, la esposa del abuelo materno de Jessica, le expresó a la joven mujer el interés de hacerse cargo de la pequeña de tan solo seis meses de edad. Y así fue, a pesar de que su progenitora la visitaba semanalmente, en un principio y luego mensual, el día a día de la bebé era con la abuelastra, a quien siempre ha visto como su mamá.
«Para mí Jessica es lo mejor de mi vida, ella es un amor; es mi hija», dice doña Hilda.
«Para mí, ella siempre ha sido mi madre, es quien ha estado presente desde que tengo uso de razón. Agradezco a mi mamá el que me haya puesto en esas buenas manos, porque lo que tengo y soy en la vida es gracias a esa señora, a quien amo y agradezco por la familia que me dio, por la crianza, por hacerme sentir como la niña de sus ojos… la quiero muchísimo porque ella es mi mamá», dice Jessica.
Con estos testimonios esperamos celebrarte a ti que has criado y amado para ser evidencia de que en el mundo no hay mayor belleza que el amor de una madre que decide serlo, sin importar las circunstancias. ¡Feliz día mamá especial!