SKOPJE.- La participación, a partir de mañana, del ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en la reunión anual más importante de la OSCE ha ahondado la crisis que la invasión de Ucrania abrió en el organismo de seguridad más grande del mundo, con varios de sus países negándose a sentarse en la misma mesa que Moscú.
Lavrov acude al Consejo Ministerial que la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) celebra hasta el viernes en Skopje, en el que deben tomarse decisiones trascendentales para el funcionamiento de esta entidad que están bloqueadas justo por Rusia.
La presencia de Lavrov ha provocado que el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, cancele su participación en la reunión.
Tampoco estarán los de Estonia, Lituania y Letonia, antiguas repúblicas soviéticas y ahora miembros de la Unión Europea (UE) y de la OTAN, que han «lamentado» la decisión de permitir la participación de Lavrov.
Los tres han argumentado que la OSCE lleva dos años siendo testigo de cómo uno de sus Estados miembros «ha tratado activa y brutalmente de aniquilar a otro».
Lavrov no pudo participar en el consejo del año pasado por la negativa de Polonia, que ocupaba entonces la presidencia de turno de la OSCE, de permitirle la entrada a su territorio.
Este año, Macedonia del Norte, que ocupa ese cargo rotatorio, ha apoyado su participación argumentando que participa en un foro internacional.
También la UE, que tiene al ministro ruso en la lista de sancionados, ha usado ese argumento para permitir su presencia.
El viaje de Lavrov ha caldeado más el ambiente y puesto más de manifiesto, si cabe, la crisis que arrastra desde hace tiempo la OSCE, creada en 1975 para impulsar el diálogo entre los bloques de la Guerra Fría, y en la que sus decisiones se toman por consenso.
Países como Alemania y Estados Unidos han justificado enviar a Skopje a los jefes de su diplomacia justo para mostrar a Rusia su oposición a su brutal agresión de Ucrania.
Otros, como Austria, no han descartado incluso la posibilidad de una reunión bilateral con Lavrov.
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, estará en Skopje, si bien es posible que sólo para participar esta noche en una cena previa a la cumbre, que servirá para mostrar el apoyo a Ucrania, y a la que Lavrov no está invitado.
Aunque esta es la primera vez que Blinken y Lavrov coinciden en el mismo foro desde la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, Washington ha dejado claro que no habrá ni siquiera un cruce en los pasillos entre los dos.
Pese a que Rusia está aislada en la OSCE y sólo recibe el apoyo de Bielorrusia, la organización no tiene mecanismos para expulsar a un Estado miembro; incluso la suspensión, posible en caso de graves violaciones de los principios del grupo, requería el respaldo de 56 de los 57 miembros, en lo que se conoce como fórmula de consenso menos 1.
La falta de diálogo y la desconfianza entre Rusia y el resto de países es tal que peligra incluso la elección del país que debe asumir la presidencia rotatoria el año que viene y la renovación de los principales puestos de dirección de la organización.
Moscú ha bloqueado que Estonia, país de la OTAN, asuma el próximo 1 de enero la presidencia rotatoria, poniendo a la OSCE al borde de la incapacidad de poder funcionar con normalidad.
De momento, todo apunta a que los representantes de los 57 países de América del Norte, Europa y Asia que forman la OSCE aprobaran ‘in extremis’ que Malta, miembro de la UE pero no de la OTAN, asuma la presidencia del grupo en 2024.
Pendiente queda la renovación del mandato de la secretaria general de la OSCE, la alemana Helga Schmid, y de los responsables de Minorías, Libertad de Prensa y Derechos Humanos, bloqueada por la oposición rusa a que sean reelegidos en bloque.
De hecho, varias fuentes diplomáticas opinan que Rusia ha mantenido el veto hasta el final para forzar la participación de Lavrov en la reunión, y que un acuerdo de última hora (los contratos expiran en tres días), aún es posible
Diferentes fuentes diplomáticas reconocen que, pese a que la OSCE no está pasando por su mejor momento, la importancia y la relevancia de la organización quedarán patentes cuando acabe la guerra de Ucrania, y que incluso Moscú es consciente de eso.
«Creo que (los rusos) saben que, en algún momento, tendremos que recoger los pedazos de su invasión ilegal. Y para hacerlo necesitas toda la gama de herramientas de prevención de conflictos a tu disposición», señala una de esas fuentes.