La tragedia de Jet Set, que dejó 236 muertos y más de 180 heridos, ha provocado un dolor inmenso en la población, cicatriz que estará sangrando por mucho tiempo.
La tragedia tocó de manera transversal todo el estamento social dominicano.
Luego del sentimiento de negación, devino el luto y luego, de forma natural, llega la rabia.
Las víctimas primeras han sido los muertos y los heridos, luego sus familiares y amigos, pero junto a ellos está un pueblo que le acompaña en el pesar.
La sociedad dominicana necesita identificar a los que por negligencia, descuido o apatía tienen algún grado de responsabilidad y que sean sancionados de manera severa, pero sin perder de vista que nos regimos por un régimen de consecuencias establecido en la ley.
Una jueza de atención permanente del Distrito Nacional impuso una medida de coerción a los imputados conforme a su criterio del derecho, teniendo en cuenta que no se busca una condena o castigo anticipado.
Al parecer actuó conforme a lo que ella entiende es el buen derecho y así debe ser siempre y con todos.
El malestar social por el tipo de medida tiene su origen en que no siempre se mide con la misma vara, pero sería injusto descargar las frustraciones contra quien actúa conforme al derecho.
La población hace bien en estar vigilante y velar para que no haya impunidad y que se apliquen las sanciones máximas que las leyes vigentes tienen reservadas para los responsables de esta tragedia, pero cuidando de no crucificar a quienes actúan apegadas al derecho, siempre que esa haya sido la motivación real y no otra.
