Aunque la imposición del toque de queda ha logrado que parte de la población se quede en casa, hay un grupo que hace caso omiso a la medida vigente desde marzo del 2020, que busca contener la propagación del COVID-19 en República Dominicana.
Los bares abiertos fuera de horario y las fiestas clandestinas en los barrios hasta horas de la madrugada son el pan nuestro de cada día, sin que las autoridades hayan podido evitarlo, como es el caso de la reunión multitudinaria que se llevó a cabo la madrugada del domingo 30 de mayo en una de las calles del sector Los Praditos, del Distrito Nacional.
El ambiente era festivo, bebidas alcohólicas, hookak y música, hasta que agentes policiales irrumpieron para acabar con el “teteo” que, además del horario, violaba todas las normas sanitarias para evitar contagiarse del mortal virus.
Delfín Sabina era uno de los jóvenes que participaba de esa fiesta. A pesar de que su hermano, José David, trató de persuadirlo para que no saliera, el joven de 26 años decidió ir a juntarse con sus amigos, sin imaginarse que se trataría del último encuentro.
Un disparo acabó con su vida mientras intentaba huir de los policías que perseguían a los presentes. Se montó en su vehículo y arrancó a alta velocidad.
Al llegar a la calle 9 del referido sector, una barrera humana conformada por al menos ocho uniformados trataba de impedir el paso del carro, sin embargo, Delfín obvió el llamado y arrolló con el vehículo a los agentes, quienes respondieron a tiros.
El hecho quedó captado por una cámara de seguridad y muestra cuando varios de los policías dispararon al mismo tiempo contra el vehículo que los había atropellado.
“Le dieron uno en la cabeza”, dijo a Diario Libre José David Sabina, refiriéndose a los impactos de bala que alcanzaron a su hermano. “Vamos a ver lo que dice la autopsia. Según estuve analizando, lo sacan del carro y también lo golpearon, así que fue un asesinato”, prosiguió.
Es por esto que la familia de Delfín interpondrá una querella formal ante la división de Asuntos Internos de la Policía Nacional, en contra de todos los agentes involucrados en el hecho.
José David afirma que al enterarse de que su hermano había sido baleado, acudió al destacamento de la zona.
“El coronel Peralta me oculta el cadáver y me dice que se lo llevaron a un centro médico y no sabe decirme a cuál centro médico. Cuando voy al hospital de Herrera me dicen que se lo llevaron para el Cristo Redentor, que hay una morgue allá, y cuando llego allá todavía tenían el cadáver en la guagua de la Policía, así que ni siquiera lo habían recibido y se le veían golpes en la cara”, narró.
Al ser consultado por Diario Libre sobre el incidente, el vocero de la Policía Nacional, Miguel Balbuena, sostuvo que la Dirección Central de Investigaciones está indagando las circunstancias en que ocurrió el hecho para ofrecer los detalles, pero no dijo que el hombre había sido ultimado.
Un llamado a los jóvenes
Desde el dolor por la pérdida de su familiar, José David hace un llamado a la juventud para que se acoja a las recomendaciones de las autoridades, a propósito del rebrote de COVID-19 que se registra actualmente en el país y que ha llevado al endurecimiento de las medidas restrictivas, incluido el toque de queda.
“Como familia yo hablé muchas veces con él, que trate de respetar el toque de queda, que deje todo eso, que eso realmente no trae consecuencias buenas. Hablé mucho con él, aconsejándolo, que deje eso, y mira dónde lo llevó. Se lo exhorto a todos los jóvenes, que miren, hoy fue con mi hermano, mañana puede ser con ellos. Eso no trae nada bueno”, advirtió José David en conversación con este Diario.
Delfín Sabina residía en el sector Los Ríos, del Distrito Nacional. Era conocido en el barrio porque se ganaba la vida como motoconchista. El joven dejó tres hijos en la orfandad y un profundo pesar entre sus familiares y amigos.
Sus restos fueron velados por unas horas, pasado el mediodía del lunes, en su residencia, donde se aglomeraron decenas de personas para darle el último adiós. Fue sepultado el mismo día.