
La Fuerza de Eliminación de Pandillas (GSF) inició por fin sus operaciones en Haití, enfrentando una fuerte resistencia armada de las bandas criminales, según confirmó la Misión de las Naciones Unidas en el país.
Las acciones comenzaron en el departamento de Artibonite, al norte de la capital, con el objetivo de restablecer el control estatal y despejar la carretera entre Petite-Rivière-Liancourt y Pont Sondé, una vía estratégica bloqueada durante meses por grupos armados.
La operación, que se prolongó por quince horas, fue ejecutada en conjunto por la Policía Nacional de Haití (PNH), las Fuerzas Armadas de Haití (FAD’H) y las unidades de la GSF, que sustituyen a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, liderada por Kenia el año pasado.
Combates y reforzamiento de la seguridad
De acuerdo con el informe de la ONU, las bandas intentaron fortificarse con trincheras y ocupar edificios estratégicos, pero fueron neutralizadas rápidamente por las unidades de la GSF y la PNH.
Durante la operación, las fuerzas lograron asegurar la carretera principal, permitiendo el paso de vehículos blindados hacia las comisarías locales y restableciendo el acceso de la población a zonas antes controladas por las pandillas.
La GSF también coordinó el traslado de agentes policiales a Saint-Marc para reforzar la seguridad en la región. En Puerto Príncipe, las patrullas conjuntas continúan en barrios clave con el fin de disuadir ataques, proteger infraestructuras críticas y fortalecer la capacidad operativa de las fuerzas haitianas.
Meta: recuperar el orden y desmantelar las bandas
El despliegue busca neutralizar los grupos delictivos, detener a sus líderes y combatir el tráfico de armas ilegales que sostiene la violencia en el país. También pretende restaurar el orden público y garantizar la seguridad ciudadana, en medio de una crisis que mantiene a más del 80 % de Puerto Príncipe bajo control de pandillas.
El inicio de las operaciones de la GSF marca un punto de inflexión en la lucha contra el crimen organizado en Haití, luego de meses de espera y retrasos logísticos. Para la ONU, este paso representa una nueva esperanza de estabilización, aunque los enfrentamientos iniciales evidencian que el camino hacia la paz será largo y desafiante.