El triste caso de una mujer de 32 años, oriunda de Arequito, Santa Fe, Argentina, identificada con el nombre Natalia, decidió romper con el silencio después de 23 años de ser abusa-da por su propio padre.
El agresor fue identificado como Hugo Víctor Aguirre, de 57 años de edad, quien habría estado cometiendo el hecho con Natalia desde que ella tenía 9 años de edad.
La joven mujer decide romper el silencio apenas hace unos días cuando su padre nuevamente lo volvió a hacer mientras esta se duchaba.
Pero lo mas desgarrador de todo esto es que en menos de una década, habría quedado embarazada en 4 ocasiones de su progenitor. El primer embarazo fue solo cuando tenía 13 años. 2 años más tarde dio a luz a un niño
Con frecuencia era intimidada por su agresor y la obligaba a decir que el padre de sus hijos era un trabajador de la zona en donde vivían.
Luego de la confesión del mismo sujeto, este fue enviado a una preventiva, a principios de enero por la Justicia de Santa Fe. Ahora, luego de once meses, los estudios de ADN afirmaron que los hijos de Natalia son de su propio padre.
Otro dato sorprendente es que el agresor, osea el padre de Natalia tiene sobre el un sin numero de cargos par haber cometido por tanto tiempo algo tan feo. Por todo esto podría enfrentar una pena de 35 años.
Sin embargo, no se siente tan sola. Está su hija mayor, las maestras y otras mamás de la escuela a donde van sus hijos. “Todos van”, dice: “Fátima me apoyó para que haga la denuncia, ella me veía mal.
El domingo a la noche la llamé y le dije que iba a denunciar. Ella me dijo que si no hacía la denuncia, la iba a hacer por mí. Se daba cuenta. Veía que mi papá me controlaba los trabajos cuando iba a cuidar gente mayor, fue y me suspendió el gimnasio, porque pensaba que yo andaba con un tipo del gimnasio. Yo tenía que hacer lo que él decía. No podía trabajar de noche».
Natalí pide preservar a su madre, que no la traten de cómplice del albañil. “No tiene nada que ver”, asevera, “me pregunta por qué nunca le dije, mi papá decía que si lo denunciaba me iba a mandar a matar, que tenía gente afuera, ella me apoya también. Sufrió mucha violencia, mi papá le pegaba”.
Mil veces me lo recalcó mi hija. Los chicos no querían saber quién era su padre. Yo les decía que los había abandonado, pero Fátima me preguntaba llorando, ella sospechaba que era hija de su abuelo, hasta que me pude liberar.
Sin embargo, no se siente tan sola. Está su hija mayor, las maestras y otras mamás de la escuela a donde van sus hijos. “Todos van”, dice: “Fátima me apoyó para que haga la denuncia, ella me veía mal. El domingo a la noche la llamé y le dije que iba a denunciar. Ella me dijo que si no hacía la denuncia, la iba a hacer por mí.
Se daba cuenta. Veía que mi papá me controlaba los trabajos cuando iba a cuidar gente mayor, fue y me suspendió el gimnasio, porque pensaba que yo andaba con un tipo del gimnasio. Yo tenía que hacer lo que él decía. No podía trabajar de noche»
Quiero que mis hijos vivan la libertad. No podían ni ir con sus amiguitos. Lo mismo que viví yo. Recién ahora empieza mi vida.
Sus hijos, dice, se irán de la casa. Ella se quedará un tiempo. Todavía espera que le extraigan sangre a sus cuatro hijos para la prueba de ADN: “Estoy dispuesta a que se lo hagan, y se lo van a hacer”.