Luis Eloy Pérez, a sus 26 años, afronta la peor lucha que como boxeador que es, le ha tocado afrontar. Apenas el 2 de abril tuvo que enterrar a su hija de tres años, quien falleció afectada de difteria, enfermedad que este año ha causado la muerte de diez menores de edad, aunque los sospechosos de padecerla ya suman 20.
Su niña, Cristal, es una de las fallecidas en Yamasá, donde las autoridades de Salud alertan sobre un brote de difteria que, aunque es prevenible con vacuna, encontró una considerable proporción de la comunidad sin la inmunización requerida.
Luis Eloy hoy entiende la importancia de vacunar, y quiere hacer el llamado a los padres a que no se descuiden y protejan a sus hijos.
“Esto es fuerte, es fuerte. Yo le digo a los padres que tienen que ponerle la vacuna a sus hijos porque está enfermedad está acabando con los niños. Yo no quiero ver a ningún padre pasando la situación que yo estoy pasando. Esto es fuerte, esto yo no lo voy a superar nunca”, comenta con dolor mientras vela por el menor de sus hijos, de un año y once meses de edad, ingresado en el hospital Robert Reid con síntomas de difteria.
Clemente Terrero, director del hospital, informa que el niño está en condiciones estables y que todavía están a la espera de los resultados de las analíticas para comprobar o descartar la enfermedad.
Pero Luis Eloy no está tranquilo con lo que le dicen los médicos. Dice estar muy nervioso aún.
Ambos niños compartían cama junto a su madre, Yenifer del Orbe, y el hijo más pequeña de ésta de apenas un mes, en la comunidad Los Mosquitos, de Yamasá, cuando la niña desarrolló la enfermedad.
Luis Eloy tiene una historia de relación compleja con la madre de los niños, de la que está separado.
Cuenta que la mujer le dejó con ambos niños cuando el varón tenía apenas ocho meses. Asumió que los niños tenían todas las vacunas. “Yo pensé que ella, que es la madre, estaba pendiente de eso porque yo tenía que salir a la calle a buscar el pan y ella era la que los atendía, que no trabajaba”.
A su justificación, le agrega el sentimiento de culpa. Dice sentir mucho remordimiento de saber que su hija, que era la luz de su vida, murió porque no tenía ninguna de las vacunas y que incluso el niño, apenas tenía la de los seis meses, hasta que, tras la tragedia, le completaron la dosis correspondiente.
En medio de su dolor, también se arrepiente de haber dejado que los niños fueran a pasar unos días con la madre. “Fue un mes nada más, se los mandé un mes hasta que me estabilizara porque encontré un trabajo y no tenía quién los atendiera. Si me imagino que mi niña se iba a morir no la mando”, comenta con ojos aguados.
Cuenta que el varón volvió con él el mismo día del sepelio de la niña, que fue como loco a buscar a su muchachito antes que le ocurriera algo y que ya no volverá a llevárselo a la madre. “Si ella quiere verlo, que vaya a la casa y lo vea, pero para su casa no vuelve”.
Luis Eloy pidió contar su historia luego de que se publicara una declaración de Yenifer del Orbe en la que la mujer dice desconocer que los niños no tenían la vacuna, porque vivían con el padre y no con ella.