Parecía una frase cualquiera de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pero resume lo que está en juego para muchos en las elecciones al Parlamento Europeo de esta semana: ¿Qué hacer con la extrema derecha? ¿Se puede confiar en ella?
La líder de la UE había dicho, básicamente, que la primera ministra ultraderechista de Italia, Giorgia Meloni, cuyo partido está muy arraigado en el postfascismo, podría estar lista para su momento de gloria como posible socio de coalición una vez que las elecciones, que se celebrarán a lo largo de cuatro días en los 27 países del bloque, concluyan el domingo.
Durante un debate electoral, von der Leyen declaró que Meloni cumplía todos los requisitos necesarios, el último de los cuales era estar “a favor del Estado de derecho”. Aunque, de inmediato, añadió “si esto se mantiene”.
Esa duda provisional acerca de si ampliar la confianza básica a partidos extremistas y populistas está en la mente de muchos mientras la UE parece encaminada a virar a la derecha como nunca antes en su historia, que tiene su germen en la derrota de la Alemania nazi y la Italia fascista en la Segunda Guerra Mundial.
Desde las últimas elecciones europeas hace cinco años, los partidos populistas, de ultraderecha y extremistas lideran ya tres países, están integrados en coaliciones de gobierno en varios más y están en auge en las encuestas en todo el bloque como nunca antes.
Como resultado, es probable que todo el espectro político del enorme bloque pueda inclinarse hacia la derecha tras los comicios, según indican una plétora de encuestas y ratifican los observadores políticos.
“Habrá un giro hacia la derecha. La pregunta es: ¿de qué magnitud?”, dijo Maria Demertzis, del centro de estudios independiente Bruegel, con sede en Bruselas. “Las cifras importarán porque uno de los posibles resultados podría ser que la extrema derecha se convierta en el segundo (mayor) partido. Si ese es el caso, será interesante ver cómo y quién gobernará”.