Se trata de una nueva señal de alineamiento con el kirchnerismo duro y un nuevo rechazo a la figura de Juan Guaidó. El Gobierno se aleja de la estrategia diplomática de la Casa Blanca.
Después de meses de gestos que adelantaron la decisión, el presidente Alberto Fernández dejará el Grupo de Lima, foro regional alineado con Estados Unidos y duramente crítico de Venezuela. Se trata de una nueva señal de alineamiento con el kirchnerismo duro, un guiño al presidente del régimen populista, Nicolás Maduro, y un nuevo rechazo a la figura del líder opositor Juan Guaidó.
Fuentes oficiales confirmaron a Infobae que el Presidente decidió que el país tome distancia del grupo que brinda respaldo a Guaidó y cuestiona la grave situación política, social y humanitaria que tiene lugar en Venezuela bajo el liderazgo chavista.
La permanencia de la Argentina en ese bloque regional es uno de los ejes de las disputas al interior del Frente de Todos ya que el sector ligado a la vicepresidenta Cristina Kirchner y afín al gobierno de Nicolás Maduro, exigía al primer mandatario que abandonara el foro regional. Liderado en las formas por Brasil y Colombia, además de ser crítico de Maduro, el foro es permeable a la agenda del Departamento de Estado que apuesta al líder opositor venezolano Guaidó.
Reunión ministerial del Grupo de Lima celebrada en Ottawa (Canadá) en febrero de 2020. EFE/ Julio César Rivas/Archivo
La noticia fue confirmada en un comunicado de la Cancillería que preside Felipe Solá. En el escrito, aseguran que “Argentina formalizó su retiro del denominado Grupo de Lima, al considerar que las acciones que ha venido impulsando el Grupo en el plano internacional, buscando aislar al Gobierno de Venezuela y a sus representantes, no han conducido a nada”.
Entre las razones de la salida, la Cancillería sostiene que “la participación de un sector de la oposición venezolana como un integrante más del Grupo de Lima ha llevado a que se adoptaran posiciones que nuestro Gobierno no ha podido ni puede acompañar”.
Para el gobierno argentino, “la mejor manera de ayudar a los venezolanos es facilitando que haya un diálogo inclusivo que no favorezca a ningún sector en particular, pero si a lograr elecciones aceptadas por la mayoría con control internacional”. En esa línea, pide sumar al diálogo a “voces provenientes de los principales actores sociales del país, como la Iglesia, el sector empresario y las organizaciones no gubernamentales, sin exclusiones”.
En el comunicado dado a conocer por el Palacio San Martín, se indica además que “en un contexto en el que la pandemia ha hecho estragos en la región, las sanciones y bloqueos impuestos a Venezuela y a sus autoridades, así como los intentos de desestabilización ocurridos en 2020, no han hecho más que agravar la situación de su población y, en particular, la de sus sectores más vulnerables”.
Y remarca que más allá de la decisión de retirarse del Grupo de Lima, “Argentina continuará sosteniendo su compromiso con la estabilidad en la región, y buscará encaminar soluciones pacíficas, democráticas y respetuosas de la soberanía y de los asuntos internos de cada Estado”.
El contexto
El kirchnerismo cuestiona las supuestas “posturas extremistas” de Washington al entender de estos sectores promueven una eventual intervención militar en Caracas. Una de las principales impulsoras de la salida de la Argentina del grupo fue Alicia Castro, la ex embajadora en Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez, que enfrenta la política exterior del Gobierno. El año pasado, Castro opinó públicamente: “La Argentina debería retirarse del Grupo de Lima, un grupo subalterno creado con el propósito explícito de debilitar la integración regional de América Latina y el Caribe, desarticular la UNASUR y reunir a los aliados regionales de los Estados Unidos con el objetivo de erosionar al gobierno de Venezuela y procurar un cambio de régimen”.
El Grupo de Lima, del cual el expresidente Mauricio Macri fue un entusiasta promotor, fue un problema para Alberto Fernández desde antes de su asunción, cuando recibió presiones desde distintos sectores para alejarse y para permanecer. Cuando llegó a la Casa Rosada, Alberto Fernández evitó salir y privilegió dar el debate interno en el espacio de gobierno.
El año pasado, el voto de la Argentina en la ONU contra Venezuela desató un complejo debate interno en la coalición de gobierno y el Presidente estuvo a punto de decidir la salida del foro. Finalmente no lo hizo. Hasta hoy.
Tras la salida del Grupo de Lima, se espera que Alberto Fernández privilegie el vínculo con el Grupo Internacional de Contacto para Venezuela, que impulsa principalmente la Unión Europea, y del que la Argentina forma parte desde agosto para “buscar soluciones pacíficas y democráticas a la crisis que viven los venezolanos” junto a Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Panamá, Portugal, España, Suecia, Reino Unido y Uruguay. Unirse a ese conjunto de países representó la intención de mantener una equidistancia con Estados Unidos, que tiene otra hoja de ruta para lograr desplazar al régimen populista.
Mientras tanto, el ministro de Economía, Martín Guzmán, lleva a cabo delicadas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que es controlado por el Departamento del Tesoro, y cuyos resultados tendrán impacto sobre la Argentina sobre todo en el mediano plazo.