Italia reclamó un récord que ningún país desea: la cifra más alta de muertes por coronavirus en Europa, después de que el sistema de salud volviera a fallar en proteger a los adultos mayores y las autoridades se demoraran en imponer nuevas restricciones.
Se supone que esto no debía suceder. Italia fue el primer país de Occidente azotado por el COVID-19 y después de tener un gran número de fallecimientos durante la primavera logró controlar los contagios. Después, tuvo el beneficio del tiempo y la experiencia para cuando resurgió el virus durante el otoño, porque luego fue rebasado por España, Francia y Alemania, que registraron nuevos brotes de gran dimensión. Sin embargo, el virus tuvo una amplia y veloz propagación, e Italia ha agregado cerca de 29.000 decesos desde el 1 de septiembre.
“Obviamente se necesita algún tipo de reflexión”, dijo a la televisión estatal Guido Rasi, exdirector ejecutivo de la Agencia Farmacéutica Europea, después que Italia registrara en un solo día un máximo histórico de 993 muertes durante la pandemia. “Esta cifra de casi 1.000 muertos en 24 horas es mucho más alta que la del promedio europeo”.
Italia sumó el sábado 649 fallecimientos para un total oficial de 64.036. Italia ya rebasó en muertos a Reino Unido, cuya cifra oficial es de 63.024, aun cuando la Universidad Johns Hopkins indicaba el sábado en la noche que Gran Bretaña tenía el número más alto de Europa con 64.123. Se cree que ambas cifras representan una cantidad menor a la real, debido a contagios no registrados, pruebas limitadas y los distintos criterios de conteo.
En los últimos siete días, entre los países europeos, Italia documentó el mayor número de nuevas muertes por covid-19 (4.522).
El 6 de mayo, el Reino Unido había superado a Italia en número de víctimas mortales con casi 30.000 fallecidos, y durante un tiempo, en verano, la península del sur de Europa parecía que había capeado la tormenta.
Pero pese a la realización de test masivos, los casos comenzaron a aumentar nuevamente en otoño, al igual que en otros países, e inevitablemente siguieron las muertes. Desde el 1 de noviembre, Italia registra más de 25.000 muertos (25.418), tantos como entre el 2 de abril y finales de octubre (25.463).
Italia está asumiendo el deshonroso primer lugar en número de fallecimientos en Europa a pesar de tener seis millones de habitantes menos que los 66 millones de Gran Bretaña, situándose atrás de Estados Unidos, Brasil, India y México. Según el conteo de la Universidad Johns Hopkins, Italia tiene la cifra más alta de decesos por coronavirus por cada 100.000 habitantes entre los países más afectados.
Las autoridades de salud pública arguyen que Italia tiene la segunda población de mayor edad en el mundo después de Japón, y los adultos mayores son los más vulnerables ante el coronavirus.
La edad promedio de las víctimas italianas es de alrededor de 80 años. Además, 65% de los italianos fallecidos por COVID-19 tenían tres o más problemas de salud antes de dar positivo, como hipertensión o diabetes, según el Instituto Superior de Salud de Italia.
Pero esto no explica todo el panorama. Alemania tiene una demografía de adultos mayores similar y sin embargo su cifra de muertos equivale a un tercio de la de Italia a pesar de tener una población mayor de 83 millones de habitantes. Alemania registró el viernes su cifra más alta de muertos en un solo día, 598, pero acumula 21.500 fallecimientos en total.
Los analistas señalan que Alemania tiene un mayor gasto en atención médica per cápita a largo plazo, lo que ha resultado en mayor capacidad de unidades de cuidados intensivos, mejor realización de pruebas y mejor capacidad de rastreo, además de una alta tasa de médicos y enfermeras frente al total de población. Sin embargo, Alemania también impuso este el otoño un confinamiento moderado más temprano y ahora se apresta a endurecerlo.
“Si se puede actuar más pronto, incluso con medidas un poco más leves, funcionan mejor que actuar un poco tarde o demasiado tarde con severidad”, afirmó Matteo Villa, investigador del Instituto de Ciencias Políticas Internacionales, un centro de estudios con sede en Milán.
Italia, dijo, esperó demasiado después que las infecciones comenzaran a aumentar en septiembre y octubre para imponer las restricciones y no reforzó su sistema médico lo suficiente durante la pausa del verano.