El ataque aéreo de Irán contra territorio israelí deja en evidencia el potencial destructor de Teherán para el mundo y obliga a la comunidad internacional a posicionarse ante lo obvio: Irán es la principal amenaza terrorista del planeta.
El lanzamiento de más de 200 drones explosivos por parte de la Guardia Revolucionaria de Irán, catalogada como grupo terrorista por Estados Unidos, abre un nuevo, volátil y muy peligroso capítulo en la guerra -hasta ahora solapada- contra Israel que el régimen iraní lleva décadas alimentando. Y la escalada podría arrastrar a toda la región a un conflicto que también amenaza con expandirse por el mundo.
El papel de financiador del terrorismo mundial de Teherán es conocido: desde la Revolución Islámica en 1979, Irán ha trabajado para difundir su ideología a través del mundo creando, financiando y armando a proxies (representantes) terroristas para hacer cumplir su misma ideología radical.
El propósito explícito de Irán, y de los grupos terroristas que financia, es la invasión y destrucción del Estado de Israel. Es ese, ningún otro.
Irán tiene varios grupos terroristas apostados por todo Medio Oriente: Hezbollah en Líbano, Hamas y la Yihad Islámica en la Franja de Gaza, las milicias chiítas en Siria e Irak, y los hutíes en Yemen.
El Ayatollah Ali Khamenei llamó repetidas veces a la destrucción del Estado de Israel
De hecho, Irán fue el principal sostén de Hamas para que sus terroristas invadieran el sur israelí el 7 de octubre del año pasado. En esa jornada, masacraron a más de 1200 personas, incendiaron casas con gente adentro, ejecutaron familias enteras, decapitaron y calcinaron bebés, mutilaron y violaron sistemáticamente a sus víctimas. Y, además, se llevaron más de 200 rehenes, 133 de ellos aún siguen secuestrados en Gaza.
Pero el ataque aéreo de este sábado ya no tiene intermediarios, no hay grupos terroristas actuando en nombre de nadie. El ataque es de Irán contra Israel. Podría ser el comienzo de una guerra tradicional y, como tal, obliga a la comunidad internacional a posicionarse: ¿los líderes mundiales dejarán avanzar al principal promotor del terrorismo mundial? ¿Permitirán que una potencia nuclear se embarque en una guerra contra un aliado de Occidente?
La gravedad del escenario, además, empuja a las naciones árabes -muchas de ellas enemigas históricas de Teherán- a reaccionar: ¿Arabia Saudita observará de brazos cruzados el avance del régimen iraní hacia una contienda que puede afectarla directamente?
Lamentablemente, la brutalidad del ataque de Hamas del 7 de octubre ya demostró que hay muchos actores internacionales dispuestos a callar… Habría que comenzar a pensar que años de silencio permitieron llegar hasta donde estamos hoy.