Karjiya Baqtar borda meticulosamente con hilo de oro las palabras en arameo del padrenuestro y del avemaría en la estola púrpura que colgará del cuello del mismísimo papa Francisco, en su histórica visita a Irak.
En Qaraqosh, la localidad cristiana en el corazón de la meseta de Nínive en el norte de Irak, esta iraquí, que siempre habla arameo moderno en su día a día, da los últimos toques a su trabajo, cargado de significado.
Sobre la tela, bordó las tres cruces que los yihadistas del grupo Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) destruyeron metódicamente cuando entraron en Qaraqosh en junio de 2014 en camionetas con su bandera negra.
Cada detalle fue cuidado al extremo (Zaid AL-OBEIDI / AFP)
Los hilos de oro resaltan en toda la prenda (Zaid AL-OBEIDI / AFP)
El domingo, allí donde estos hombres sembraron terror y muerte, el Papa acudirá como “un peregrino de la paz” para “implorar al Señor perdón y reconciliación”, dijo en un mensaje a los iraquíes y, especialmente, a los cristianos de Qaraqosh.
En esta ciudad, sus habitantes se afanan en decorar los barrios con los colores del Vaticano y de Irak.
El padre Ammar Yago, de la iglesia Al Tahira, donde el papa argentino prevé bendecir a los fieles, está entusiasmado con la estola que ofrecerán al primer pontífice que visita Irak.
Cinco costureros y bordadores confeccionaron durante dos meses esta pieza de dos metros de largo y 70 centímetros de ancho, en un tejido tradicional de la región, explica.
Sus bordados «al estilo de Qaraqosh» representan muchos símbolos cristianos, agrega el sacerdote de esta iglesia que logró recuperar recientemente todos sus colores después que los yihadistas la incendiaran por completo.
Karjiya Baqtar pasó semanas realizando un trabajo meticuloso (Zaid AL-OBEIDI / AFP)
El sacerdote Ammar Yaqo observa el trabajo de la bordadora en Qaraqosh. (Zaid AL-OBEIDI / AFP)
Uvas y palmera
En la estola, hay uvas y espigas de trigo para representar el “pan y la levadura” de la Biblia, explica el padre Ammar Yago.
Pero también una palmera, árbol nacional de Irak y símbolo por excelencia para sus cerca de 40 millones de habitantes que repiten una y otra vez que se cultivó allí mismo, en la antigua Mesopotamia, hace 6.000 años.
No es el primer regalo que ofrecen los iraquíes al papa. Hace dos años, una creadora kurda de 40 años, Shanaz Jamal, le envió un «manto de las religiones» que ahora se expone en la Santa Sede.
Sobre una capa blanca, Jamal bordó la cruz de los cristianos, la media luna de los musulmanes, el disco alado del zoroastrismo e incluso el sol y los templos de los yazidíes, una minoría objeto de un “potencial genocidio” por los yihadistas en 2014, según la ONU.
En total, la mujer bordó durante cinco meses ocho símbolos de las principales comunidades presentes en Kurdistán y en Irak, en su mayoría musulmanas, para intentar reconciliar a través de su arte el norte multiétnico de Irak que el EI devastó.
Para la visita del papa, la artista prevé nuevos presentes, como una inmensa cruz bordada en una tela burdeos y negra, con incrustaciones de piedras semipreciosas de color turquesa y esmeralda.