La comunidad dominicana en Puerto Rico y en el extranjero se encuentra profundamente consternada tras confirmarse que al menos dos de los cinco hombres encontrados muertos y abandonados en distintos puntos de Carolina y Santurce eran ciudadanos de República Dominicana. Los cuerpos, desnudos y con signos de tortura y mutilación, fueron hallados la madrugada del lunes en escenas que las autoridades califican como “mensajes de terror”.
Los descubrimientos ocurrieron con cinco horas de diferencia: uno en la avenida Paseo de los Gigantes, en Carolina, y otro en la barriada Figueroa, en Santurce. Las víctimas presentaban heridas de bala, fracturas y mutilaciones, incluyendo el cercenamiento de un dedo a uno de los cuerpos. Según las primeras hipótesis, los autores habrían querido enviar un mensaje de poder, venganza o escarmiento, dadas las características rituales y simbólicas de las escenas, con los cadáveres apilados y desnudos.
El superintendente de la Policía de Puerto Rico, Joseph González, indicó que los hechos “probablemente tienen que ver con el narcotráfico”, aunque no descartó otras líneas de investigación. Otras fuentes policiales mencionaron que confidencias apuntan al crimen organizado como posible responsable del múltiple asesinato, que ha generado alarma en la isla.
Las víctimas identificadas
Según medios locales, una de las víctimas fue Eliezer Derickson Messon, de 30 años, residente en Santurce y portador de pasaporte dominicano. También se identificó a Ramón Pierret, de 41 años, igualmente dominicano, cuyo cuerpo fue encontrado en Carolina.
Además, entre los fallecidos se encuentran tres ciudadanos puertorriqueños: Nathan Borques y Wilber Javier Germoso, ambos de 18 años, hallados en Santurce, y Jean Daniel Santana Márquez, encontrado en Carolina. Todos presentaban señales de violencia extrema.
Hasta el momento, no se ha informado que las víctimas dominicanas tuvieran antecedentes penales, y las autoridades trabajan para establecer el vínculo entre los casos y determinar si los asesinatos responden a ajustes de cuentas dentro de organizaciones criminales.
El crimen ha provocado una ola de indignación y miedo entre los residentes de las comunidades afectadas.