La familia real de Qatar planea donar un avión Boeing 747-8, valorado en alrededor de 400 millones de dólares, al Departamento de Defensa de Estados Unidos para integrarlo en la flota que eventualmente podría usarse como parte del Air Force One, el transporte oficial del presidente.
El anuncio ha generado una ola de críticas desde distintos sectores del espectro político estadounidense. Aunque el expresidente Donald Trump ha expresado su interés en aceptar la donación, tanto demócratas como republicanos han mostrado su preocupación, creando un inusual consenso en contra de la propuesta.
Algunos de los aliados más cercanos de Trump dentro del movimiento MAGA han calificado la donación como un posible “soborno” o un ejemplo de la corrupción que, según ellos, el propio Trump prometió combatir. Figuras como el comentarista Ben Shapiro y la influencer Laura Loomer manifestaron su desacuerdo, esta última publicando una caricatura del avión representado como un Caballo de Troya lleno de militantes armados.
El debate también ha llegado a medios que suelen simpatizar con Trump. El New York Post publicó un editorial oponiéndose a que el exmandatario acepte el jet, mientras que Mark Levin, comentarista de Fox News, acusó a Qatar de ser un “Estado patrocinador del terrorismo“.
Durante su presidencia, Trump había acusado a Qatar de financiar organizaciones extremistas. Ahora, su disposición a aceptar el avión ha generado dudas sobre posibles conflictos de interés. Aunque la Casa Blanca insiste en que la aeronave sería entregada al gobierno y no a Trump de forma personal, las críticas no han cesado.
Desde Qatar, la embajada en Washington indicó que se trata de una transacción entre gobiernos, sin intereses personales de por medio. “No se trata de comprar influencia en Estados Unidos”, declaró un portavoz, asegurando que Qatar sigue siendo un socio confiable del país norteamericano.
La administración Trump, por su parte, aseguró que el acuerdo cumple con las leyes vigentes y que todo se manejará con transparencia. Sin embargo, se recordó que la Constitución estadounidense prohíbe a los funcionarios recibir “regalos o beneficios” de gobiernos extranjeros, salvo aprobación del Congreso.
Otro punto polémico es que Pam Bondi, quien defendió la legalidad del acuerdo, trabajó previamente como lobista para Qatar, recibiendo altos honorarios. Además, la Organización Trump mantiene vínculos comerciales con el país árabe, incluyendo un nuevo proyecto de resort de lujo.
En una rueda de prensa en la Casa Blanca, Trump rechazó las críticas y afirmó que el avión es un obsequio para el país, no para él. “Nos están regalando un avión. ¿Debería decirles que quiero pagarles 400 millones?”, comentó. Más tarde, en Truth Social, comparó la situación con el regalo de la Estatua de la Libertad por parte de Francia y escribió: “Solo un tonto rechazaría este regalo en nombre de Estados Unidos”.
A pesar de la defensa de Trump, incluso dentro del Partido Republicano surgieron voces de alarma. El senador Rand Paul advirtió sobre la posibilidad de comprometer la independencia de EE.UU. al aceptar el avión. Su colega Ted Cruz fue más allá, alertando sobre posibles riesgos de espionaje y vigilancia.
Solo unos pocos respaldaron el gesto, como el senador Tommy Tuberville, quien justificó que, dadas las limitaciones presupuestarias actuales, “si es gratis, es bueno”.
Analistas como Doug Heye creen que este escándalo no necesariamente dañará a Trump entre sus seguidores, pues ha demostrado habilidad para salir airoso de situaciones que dañarían a otros políticos. “Trump sabe cómo darle la vuelta a los escándalos. Lo ha hecho antes, y probablemente lo volverá a hacer”, concluyó.
