22 de noviembre de 2024

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Escritor ruso disidente advirtió sobre el envenenamiento de compatriotas exiliados y llamó a Putín un “maníaco sediento de sangre”

La novela Imposible de rastrear, del escritor ruso Sergei Lebedev, sobre una toxina indetectable utilizada para atacar a los críticos del Kremlin, se publicó hace unos años, pero ha cobrado mayor resonancia a medida que se han multiplicado los supuestos envenenamientos.

Ahora, el escritor disidente advierte de que la comunidad de exiliados rusos en Europa se enfrenta a una amenaza cada vez mayor en medio de las crecientes tensiones por la guerra de Ucrania.

“Esta comunidad de emigrantes en Europa es ahora uno de los objetivos más importantes para los servicios de seguridad rusos”, dijo a la AFP el escritor de 42 años, ahora residente en Alemania, en una entrevista en la Feria del Libro de Fráncfort esta semana. “Habrá intentos de infiltración, de conseguir informadores… Por supuesto, habrá intentos de asesinato”.

En Alemania, que Lébedev describe como un “centro neurálgico” para los rusos de ultramar, se ha producido un creciente número de casos sospechosos de ataques contra críticos del Kremlin. En mayo, la policía alemana dijo que estaba investigando el posible envenenamiento de rusos exiliados después de que una activista, Natalia Arno, informara de problemas de salud tras una reunión de disidentes en Berlín.

Por su parte, la periodista rusa afincada en Berlín Elena Kostyuchenko escribió el mes pasado en un artículo en The Guardian cómo enfermó el año pasado tras visitar Múnich, y se sospechó que había sido envenenada. Dentro de Rusia, el caso más sonado en los últimos años de un crítico del Kremlin presuntamente envenenado fue el del político opositor Alexei Navalny.

Moscú ha rechazado en repetidas ocasiones las acusaciones de que haya atacado a críticos de esta manera. Pero los gobiernos occidentales afirman que las pruebas apuntan a lo contrario y, para Lébedev, los rusos en Europa no se toman la amenaza lo suficientemente en serio.

Sergei Lebedev: “Fui el mismo idiota que muchos de nosotros, pensando que Putin es un... autocrático moderno, un dictador moderno y no el maníaco sediento de sangre que es”.

Sergei Lebedev: “Fui el mismo idiota que muchos de nosotros, pensando que Putin es un… autocrático moderno, un dictador moderno y no el maníaco sediento de sangre que es”.

Muy inquietante

“No están muy preocupados por la seguridad”, afirma, y agrega: “No entienden los principios de funcionamiento de los servicios de seguridad”.

Imposible de rastrear, que cuenta la historia de un científico envejecido que crea un veneno altamente tóxico e indetectable, se inspiró en el envenenamiento en 2018 del ex agente doble Sergei Skripal en Salisbury (Inglaterra). Y fue más o menos en el momento de la publicación del libro en Rusia cuando el político opositor Navalny fue supuestamente envenenado, un suceso que Lebedev consideró “muy inquietante”.

Aunque ha manifestado su oposición a la invasión rusa de Ucrania, no cree que él mismo se enfrente a una amenaza. No se ha encontrado en el punto de mira de las autoridades y cree que no corre el mismo nivel de riesgo que otros, como los periodistas críticos, especialmente los que siguen intentando informar desde el interior de Rusia.

Aun así, Lebedev, que se trasladó a Alemania hace cinco años con su esposa, afirma que ha extremado las precauciones, sobre todo cuando se trata de intercambiar información sensible.

Antes de convertirse en escritor a tiempo completo, Lebedev trabajó como geólogo y más tarde como periodista. Se sintió motivado para escribir una novela tras descubrir que el segundo marido de su abuela había sido comandante de un campo de trabajo soviético.

La revelación le conmocionó y se planteó cómo “afrontarlo personalmente, el hecho de que en tu familia hubiera un asesino”. “Me di cuenta de que la salida era escribir una novela”.

Portada de la versión estadounidense de "Imposible de rastrear", de Sergei Lebedev.

Portada de la versión estadounidense de «Imposible de rastrear», de Sergei Lebedev.

Conmocionado por la guerra de Ucrania

El resultado fue el libro Oblivion, sobre el legado del sistema soviético de campos de prisioneros, que salió a la venta hace una década y lanzó su carrera literaria. Desde entonces ha escrito varios libros y el último es una colección de relatos cortos, Un pasado presente: Titán y otras crónicas.

Refleja lo que él cree que es la torturada relación de Rusia con la era soviética -y la incapacidad de la sociedad para asumir el pasado-, así como aspectos de su problemático presente.

Lebedev, que vive en Potsdam, a las afueras de Berlín, no huyó de su patria. Se trasladó a Alemania por motivos profesionales. Pero no ha regresado desde la invasión rusa de Ucrania, por temor a que no sea seguro hacerlo.

Se declaró “conmocionado” cuando Moscú envió sus fuerzas a Ucrania: “Fui el mismo idiota que muchos de nosotros, pensando que Putin es un… autocrático moderno, un dictador moderno y no el maníaco sediento de sangre que es”.

No ve un final rápido al conflicto: “Lo más difícil y problemático es que los rusos se están acostumbrando al hecho de que están en guerra, pero aun así la vida es sostenible”, afirmó.