4 de noviembre de 2024

controlandoelejido.com

Tu Portal digital dominicano en new york

Escalofriantes confesiones de mujer sobre cómo torturó y mató a su sobrino en Higüey

Desgarrador, hiriente e inhumano es el testimonio de la asesina confesa del menor de ocho años que perdió la vida tras ser torturado de manera despiadada, por quien aceptó cuidarle a cambio de una remuneración económica.

En el testimonio de Carmen Jiménez, mujer que torturó a su sobrino de ocho años hasta morir, revela que todas las heridas y hallazgos encontrados en el cuerpo del pequeño fallecido ocurrieron en tres ocasiones en el mes de diciembre.

Según narra la confesa asesina, el niño C.C.A. vivía con ella desde agosto del 2023, porque su padre Santiago Colomé Jiménez, se lo entregó dejándolo bajo su cuidado.

Explica que, antes de ella, el pequeño vivía en Santiago, con su otra hermana Altagracia Jiménez, porque su hermano se lo había entregado a ella primero, pero, no supo por qué esta se lo volvió a entregar.

Cuenta que lo maltrataba físicamente porque «la sacaba de quicio y le rompía sus cosas», supuesto motivo por el cual, luego, ella lo golpeaba.

En el testimonio se narra que, la mujer agarró el machete, le dio varios planazos y le hizo varias heridas. Le pegó con el cargador del teléfono, luego le enlió las manos, le hizo de nuevo varias heridas con el machete y le dio en la boca con una cuchara. Después de darle en los dientes se le salieron ya que los tenía dañados.

La victimaria detalló que le pegó con un hierro por detrás y, también, le introdujo el metal vía anal, debido a que el menor fallecido no controlaba sus esfínteres, y ella le había dicho que se lo iba a introducir.  

Empero, también, dice que, con el cable del teléfono, el cuchillo de cocina y con el cabo de madera le pegaba frecuentemente.

Fatídico sábado 13

La mujer narró que el sábado 13 de enero del 2024 el niño se puso malo cuando ella le fue a llevar un moro de gandules. Se lo dio y el vomitó y le dijo: «Tía no quiero más. ¿Puedo guardar ese chin? Y se acostó». En ese momento el pequeño ya estaba herido y se puso malo.

Supuestamente ella intentó entrarle el dedo por la boca para sacarle la comida y la flema, «lo estaba ayudando». Esta revela que C.C.A le pedía que no le hiciera eso y se desmayó.

«Luego, el empezó hacer como si estuviera haciendo gárgara, un ruido y lo puse de lado, pero se desmayó, pero, aún seguía respirando, yo le puse las manos y se sentía que el respiraba», explicó.

Relata que en ese momento llama a si novio, González Valencio Rojas, y le dijo que vaya porque C.C.A. se puso malo, que se desmayó. Según comenta, Valencio llegó rápido, lo llevaron a la policlínica de Verón en el camión que él trabaja, le dijeron que trajeron un niño y dos enfermeras que salieron les dijeron que lo llevaran al hospital.

Salieron para el hospital de Verón, provincia La Altagracia, donde al llegar fueron atendidos, pero el niño en el camión ya no respiraba, pero, los doctores lo atendieron.

«Llegamos, lo pusieron en una camilla, buscaron un aparatito, pero el niño no dijo nada; luego sale el doctor que atendió el menor y me dice con la cabeza que el niño murió», indicó.

Conocimiento de la pareja

Al ser cuestionada sobre el conocimiento de su pareja de que ella golpeaba a su sobrino, esta respondió que le había dicho que le «metía fuetazo al niño«, por lo que, este le sugirió que se lo entregara a su padre, pero su padre estaba haciendo una construcción para llevarse.

Le prohibía ir a la escuela

Para no ser descubierta y ocultar la magnitud de los golpes que le daba a su sobrino, Jiménez le prohibió ir a la escuela, debido a que, ya la directora de la escuela donde asistía el niño, en una ocasión, la mandó a buscar para preguntarle quién lo había golpeado y por qué siempre estaba cansado, a lo que esta respondió que los golpes se los había dado ella.

Manutención

Otro detalle que esta le expresó a las autoridades es que su hermano Santiago Colomé Jiménez, por el cuidado del niño C.C.A. le daba en principio dos mil pesos los días 15 y 30 de cada mes, pero luego subió a tres mil, de los cuales, dos mil eran para ella y mil para el niño.