El presunto asesinato de Sacarías Meneses Taco, seguidor de Pedro Castillo, ocurrido el 24 de junio en un enfrentamiento con las hordas fujimoristas –aunque fuentes oficiales tienen otra versión de su muerte–, se relaciona de manera directa con la marcha que se celebró dos días antes, en la que un grupo de militares retirados pidieron a las fuerzas armadas que impidiesen la proclamación del nuevo presidente de Perú.
Acabadas todas las vías racionales para impedir la investidura del nuevo presidente, solo queda la posibilidad de que se produzca un hecho de conmoción que aumente la presión sobre los mandos militares e institucionales, como el Congreso o los tribunales, para que se produzca una considerable presión sobre estos y se vean obligados a interceder.
La tardanza en proclamar un nuevo presidente es un hecho que ha ocurrido hasta en potencias como EE.UU., allí no reside el principal problema. El 6 de julio se cumple un mes de la segunda vuelta presidencial y la institucionalidad parece dormida para finiquitar el proceso protocolar luego de ser difundidos los resultados y bloqueadas las impugnaciones de la candidata perdedora, Keiko Fujimori. La coyuntura ha sido enfrentada con mucha paciencia por Castillo y sus seguidores, esperando de manera más que tranquila la proclamación.
El principal problema, o riesgo, se basa en que en Perú la forma preferida para apartar del camino a los adversarios es llevándolos a una zona de «terruqueo», es decir, acusarlos de terrorismo. Para ello, se necesita un acto bochornoso y criminal masivo que permita utilizar todas las armas comunicacionales para señalar un responsable y desterrarlo del mapa político.
El último de estos eventos ocurrió el pasado 24 de mayo, dos semanas antes de la segunda vuelta electoral, cuando un grupo armado mató a 18 personas en la región del Vraem y enseguida la mediática y el fujimorismo intentaron, sin ningún éxito, responsabilizar de diversas formas a Castillo.
Es decir, en Perú es factible que sucedan actos terroristas y que los factores políticos y mediáticos del ‘establishment’ encuentren rápidos culpables sin investigación ni juicio.
En esa ocasión Pedro Castillo respondió en caliente, pidiendo que se le investigara de ser necesario y, además, develando el modus operandi de los poderes peruanos en otros actos terroristas o violentos de la historia reciente: «¿Qué pasó el 2011, el 2016, qué pasó en el Banco de la Nación con [Alejandro] Toledo, con Ollanta Humala –expresidentes peruanos–, y por qué se dan en escenarios políticos? Aquí las cosas claras. ¿Por qué se dio este caso? Porque justamente el señor [Fernando] Rospigliosi –del equipo de Keiko Fujimori– luego del debate técnico dijo que fulano y fulano, personajes cercanos a estas cosas, van a trabajar con nosotros [Perú Libre] y al día siguiente salen estas cosas [el acto terrorista del Vraem]. El pueblo no es tonto, sabe en qué escenarios surgen estas cosas«.
Nos encontramos sobre un campo de pólvora y hay actores políticos que se ven desesperados después de los resultados y pueden tratar de explotarlo por cualquier vía.
Cuando quedan pocas semanas para el 28 de julio, día de la investidura, todas las vías, incluyendo las mas sediciosas como el golpe o el terrorismo, se presentan como escenarios posibles una vez parece inevitable la asunción del nuevo presidente y muchos sectores políticos quieren evitarlo a toda costa.
Vuelve Vladimiro Montesinos
Es así como una mañana cualquiera, después de conocido el resultado electoral, los peruanos tienen que recordar nuevamente al inefable asesor del fujimorismo, Vladimiro Montesinos, cuando apareció en el escenario político en medio de acciones conspirativas.
En una serie de audios se escuchaba al exmilitar, de 76 años y preso en la cárcel de Callao, en la que cumple pena de 22 años de prisión, tratando de hacer maniobras y hablando con otros militares retirados para presionar al tribunal electoral y acercarse a la Embajada de EE.UU. con el fin de impedir la llegada de Castillo al gobierno. En un fragmento se le escucha decir: «Si hubiéramos hecho el trabajo que habíamos planteado ya no estaríamos en este problema de mierda».
La suerte actual estriba en que la institucionalidad y las fuerzas que acompañan a Castillo han demostrado tener la suficiente madurez y paciencia para no caer en provocaciones y no permitir que empañen su triunfo
Montesinos participó de manera activa contra Sendero Luminoso y fue un factor clave para su derrota y la captura del jefe del grupo terrorista, Abimael Guzmán, con quien paradójicamente hoy comparte cárcel.
Ambos han demostrado ser capaces de cualquier cosa, especialmente en medio de la volatilidad actual y las perspectivas de un gobierno progresista, no tan ‘radical’ como lo quiere Abimael y muy ‘comunista’ para los gustos de Montesinos.
Por eso, la información sobre la muerte del seguidor de Pedro Castillo, que busca una reacción violenta; la marcha de exmilitares; los audios de Montesinos y las acciones de Keiko tienen el mismo objetivo: provocar un evento de conmoción que cambie el normal proceso hacia la juramentación del nuevo presidente.
La suerte actual de Perú estriba en que la institucionalidad y las fuerzas emergentes que acompañan a Castillo han demostrado, a pesar de la tardanza del ente electoral, tener la suficiente madurez y paciencia para no caer en provocaciones y no permitir que empañen su triunfo.
Institucionalidad ante todo
Hay que recordar que Perú es un país con una sociedad muy estructurada e institucionalista. Allí se respetan los poderes. El Congreso puede remover a tres presidentes en una semana como ocurrió en 2020.
Si comparamos con la actual situación convulsa de Chile o Colombia o los levantamientos en Ecuador, o incluso si recordamos la toma del capitolio en EE.UU. en plena transición electoral que dejó al menos cinco muertos, entonces podemos pensar que la sociedad peruana está tornándose muy racional y pacífica en medio del proceso actual de espera de la proclamación definitiva.
De hecho, hay que reconocer que el actual presidente, Francisco Sagasti, ha actuado de manera ecuánime y que las instituciones electorales han sido cautelosas, pero firmes, a la hora de dar un resultado electoral tan cercano y con una diferencia de apenas 0,24 puntos.
De la misma forma, las Fuerzas Armadas han respondido rápida y contundentemente contra la petición de algunos actores sociales y políticos, así como exmilitares, para que impidan la proclamación de Castillo.
Por su parte, el líder izquierdista ya está preparando la transición, reuniéndose el 28 de junio con el presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCR).
Si la fruta cae de madura, parece inevitable que Pedro Castillo se juramentará el próximo 28 de julio. Si la insensatez convoca a algunos sectores a cometer o impulsar un acto irracional, Perú se encontrará a las puertas de un largo conflicto similar al de sus vecinos.
Cualquier cosa podría pasar, esperemos que sea la mejor para los peruanos.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.