Decenas de manifestantes indígenas protagonizaron este martes un tenso enfrentamiento con los agentes de seguridad de la COP30 en Belém, al intentar acceder al centro de conferencias donde se celebra la cumbre climática de la ONU. La trifulca, poco común en este tipo de foros internacionales, dejó al menos tres heridos y alteró el desarrollo del evento, que reúne a más de 43.000 participantes.
Según testigos, el incidente comenzó cuando un grupo indígena intentó ingresar al recinto tras una marcha en reclamo de acciones por el clima y la salud. Algunos manifestantes lograron entrar brevemente, pero fueron desalojados por los agentes. Las imágenes, difundidas en redes sociales, mostraron momentos de tensión y la evacuación de un policía en silla de ruedas. Dos agentes resultaron con lesiones leves, según confirmó un portavoz de la ONU a la AFP.
La seguridad interna del evento está a cargo de Naciones Unidas, que reforzó los accesos e instaló nuevas barreras en la denominada “zona azul”, núcleo principal de las reuniones. Las autoridades informaron que las medidas buscan garantizar el orden ante la creciente presencia de movimientos sociales en las inmediaciones del evento.
Joao Santiago, profesor de la Universidad Federal de Pará, explicó que los manifestantes intentaban entregar personalmente sus demandas dentro de la COP30. “Querían que sus reclamos fueran escuchados”, afirmó. Por su parte, Maria Clara, integrante de la asociación Rede Sustentabilidade de Bahía, señaló: “Estas voces son ignoradas”. Aseguró que la breve irrupción buscaba visibilizar la persistente destrucción ambiental y la falta de respuesta institucional.
La organización internacional 350.org, una de las coordinadoras de la marcha, se desmarcó de los incidentes posteriores. En un comunicado precisó que “las acciones que tuvieron lugar después de la manifestación no forman parte de la organización del evento”.
El gobierno brasileño había destacado la prioridad otorgada a los pueblos originarios en la cumbre. La ministra de Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, expresó recientemente su esperanza de que esta edición sea “la mejor COP en términos de participación indígena”.
Durante la marcha, los participantes, incluido personal sanitario, corearon el lema: “¡La crisis climática es una crisis de salud!”. Entre ellos se encontraba la médica infectóloga Lena Peres, del Ministerio de Salud, quien describió un cambio drástico en Belém: “Viví décadas aquí y nunca tuve dengue; ahora todo el mundo lo contrae. Se ha convertido en una enfermedad urbana”. Añadió que el calentamiento global agrava las enfermedades cardiovasculares y renales, y concluyó: “Ya no se puede no hacer la conexión entre cambio climático y salud”.
Brasil alberga cerca de 1,7 millones de indígenas pertenecientes a 391 etnias y que hablan 295 idiomas. Cientos de ellos, junto a delegaciones nacionales e internacionales, participaron en la apertura de la Aldea COP, un campamento con capacidad para 3.000 personas, instalado en la Universidad Federal de Pará.
Muchos líderes indígenas viajaron varios días por los ríos amazónicos para llegar a Belém. Durante la inauguración, el cacique Raoni, líder del pueblo kayapó y figura emblemática del movimiento indígena brasileño, expresó: “El hombre blanco debe respetar nuestro bosque, nuestras tierras, para no devastar nuestro territorio”. Raoni, que llegó en silla de ruedas, fue recibido como la gran figura de la noche, en medio de aplausos y cánticos por la defensa del Amazonas.