
La Generación Z de Nepal, también conocida como centennials o zoomers, fue protagonista de las protestas que provocaron más de 20 muertos y 300 heridos, y culminaron con la dimisión del primer ministro K.P. Sharma Oli, líder del Partido Comunista.
El detonante inmediato, según expertos, fue “una arbitraria decisión del gobierno de prohibir alrededor de 26 redes sociales”, en vísperas de un proyecto de ley que buscaba obligar a estas plataformas a registrarse y someterse a regulaciones locales. La propuesta oficial planteaba que “esas redes debían regularse para combatir las noticias falsas, el discurso de odio y el fraude en línea”.
Aunque el primer ministro revocó la medida poco después, las manifestaciones se intensificaron. El 9 de septiembre, ante la presión en las calles, Oli anunció su dimisión. La juventud nepalí denunció que, especialmente en TikTok, se exponía el lujoso estilo de vida de los hijos de políticos, evidenciando las grandes desigualdades sociales entre la élite y el resto de la población.
El malestar de los jóvenes no se limitó a la censura digital. France 24 recogió críticas generalizadas hacia el Gobierno por su inacción ante casos de corrupción y por la falta de oportunidades económicas. “La tasa de desempleo juvenil en Nepal fue del 20 % el año pasado, según el Banco Mundial, y la renta per cápita es de 1.400 dólares al año”, añadió el medio.
Un análisis publicado por la revista Defrente y firmado por Atul Chandra, del Instituto Tricontinental de Investigación Social, y Pramesh Pokharel, analista político y profesor en la Universidad Tribhuvan, sostuvo que el levantamiento juvenil no puede explicarse solo por la censura digital, sino por un sistema económico que margina a los jóvenes.
“Nepal depende en exceso de las remesas, que en 2024 alcanzaron el 33 % del PIB, mientras en el último año el Departamento de Empleo en el Extranjero emitió 839.266 permisos de trabajo. Este plebiscito silencioso revela que los jóvenes, sin opciones de empleo ni horizontes de dignidad, terminan forzados a emigrar o a rebelarse. Por eso, las plataformas digitales no son vistas solo como espacios de ocio, sino como medios de trabajo, comunidad y organización política que el Gobierno intentó cerrar por la vía represiva”, detallaron.
Ambos analistas advirtieron sobre el alto costo político para la izquierda nepalí, cuyo primer ministro cayó tras una fuerte represión. “Un Gobierno que se dice progresista, pero restringe el espacio cívico, en lugar de abrir oportunidades materiales, termina cediendo terreno a las fuerzas conservadoras y monárquicas. La Generación Z ha dejado claro su veredicto: hasta que Nepal no construya un modelo de desarrollo con empleo digno y justicia social, las calles seguirán siendo su única arena de dignidad”, afirmaron.
CONTEXTO INTERNACIONAL: EGIPTO TAMBIÉN BLOQUEÓ INTERNET EN 2011:
En 2011, Egipto vivió una situación similar. Las protestas comenzaron el 25 de enero y se extendieron por 18 días. A partir de la medianoche del 28 de enero, el gobierno egipcio cortó por completo el acceso a internet para impedir la organización de los manifestantes a través de redes sociales.
Al día siguiente, decenas de miles salieron a las calles. El entonces presidente Hosni Mubarak cesó al Gobierno, nombró uno nuevo y depuso a su vicepresidente. El 2 de febrero, manifestantes pro-Mubarak protagonizaron una violenta represión, que incluyó el asesinato de un periodista internacional.
El 10 de febrero, Mubarak delegó poderes en su vicepresidente, Omar Suleiman, pero se negó a abandonar el cargo. Finalmente, ante la presión sostenida de la población, Suleiman anunció su dimisión y el traspaso del poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.