La distancia social no se puede mantener en un ascensor lleno. Pero llenar el ascensor puede ser inevitable cuando algunos de los que hay en un edificio no funcionan.
El contralor de la ciudad, Scott Stringer, dijo el lunes que en septiembre hubo 3,600 averías en los elevadores de los complejos de vivienda pública de NYCHA y lo expuso como muestra de una de las deficiencias en preparación para un invierno en el que hay que seguir temiendo a la COVID-19.
Desde esta agencia se expresó el desacuerdo con la evaluación del contralor por no tomar en cuenta la mejora de procesos, aumento de recursos y mejoras demostrables que se han hecho en los últimos dos años.
Desde uno de los complejos de residencias de East Harlem Stringer se dijo que “el invierno está llegando”. Se trata de una evidencia meteorológica y de calendario pero para los aficionados a Juego de Tronos el mantra de quienes enfatizan la necesidad de estar en alerta y vigilantes, en este caso frente al virus.
Y eso es lo que el contralor quiso dejar claro, la situación de problemas que calificó como crónicos y afectan a muchos de los 326 desarrollos residenciales públicos de la ciudad. Stringer pidió oficialmente en una carta al alcalde Bill de Blasio y el presidente de NYCHA, Gregory Russ, arreglar todas las deficiencias y malas condiciones en cuestiones que van desde escasa ventilación a averías de ascensores parando por calderas rotas y humedades.
“No tenemos plan, ni información, ni responsabilidad en NYCHA sobre cómo van a proteger ante una posible segunda ola de COVID”, lamentó Stringer. El contralor, que se postula como candidato a la alcaldía estaba acompañado de, entre otros, Adriano Espaillat, congresista en Washington.
Stringer dijo que esos problemas dejan a los residentes vulnerables en caso de una segunda ola de casos de COVID-19, algo que se está viendo en otros lugares del mundo donde se pensaba que se tenía a la enfermedad bajo un cierto control. En invierno muchas personas se quedarán en sus casas durante más tiempo y las deficiencias de estas abren fisuras en la protección contra el virus.
“Se está preparando una tormenta perfecta y no hay más tiempo que perder”, advirtió el contralor quien dijo que era importante saber cuáles son los planes en caso de que haya contagios en un edificio.
Desde la contraloría se recuerda que los datos oficiales que se tienen hasta ahora — de mediados de mayo– apuntan a que 1,241 residentes de estos complejos públicos fallecieron de una enfermedad a la que testaron positivo 7,800 personas entre marzo y mayo en los mismos edificios. En algunos edificios en los que viven solo ‘seniors’ siete de cada 100 padecieron la enfermedad en primavera.
Según las auditorías hechas en estos edificios por la contraloría, las condiciones en las que están muchos de los edificios no cumplen los estándares fijados por los parámetros de mitigación de la COVID por parte del Centro de Control de Enfermedades (CDC).
Stringer dijo que este verano recomendó trabajar sobre problemas con las calderas y crear un sistema que pudiera hacerse seguimiento de las quejas para poder responder con celeridad pero esta agencia, NYCHA, rechazó sus recomendaciones.
“Sabemos que la COVID no cae sobre todas las comunidades de igual manera, COVID es un gran discriminador”, aclaró.
Y hay dinero para hacerlo. El contralor dijo que reconoce que hay problemas financieros y NYCHA no está libre de ellos pero recordó que la agencia tiene recursos que puede usar para hacer mejoras de capital que son importantes, incluidos fondos del huracán Sandy que no han sido gastados ocho años después de esta tormenta. Esta agencia tiene $3,100 millones en ayudas de FEMA concedidas en junio de las cuales solo se han usado un 59% cuando pueden ser destinadas a remediar muchos de los problemas que se han señalado.
Además, el Gobierno Federal ha dado a NYCHA unos $300 millones del fondo del Community Development Block Grant del que solo se ha usado el 78%.
Adriene Holder, abogada de la Legal Aid Society, explicaba que atender a estas viviendas públicas “es una cuestión de prioridades, sabemos cuáles son las necesidades”. Holder explicó que muchos de los residentes de estos edificios son personas de la comunidad negra y latina que “nos han mantenido durante la pandemia con sus trabajos. Nuestra responsabilidad y nuestra prioridad es mantenerlos seguros”.
Como respuesta a las críticas NYCHA no solo hizo saber su desacuerdo con Stringer sino que explicó que el pasado invierno las averías de calentadores y problemas con agua caliente habían descendido un 25% con respecto al año anterior. Además, cuando hubo problemas de este tipo se arreglaban en una media de ocho horas, una menos que en 2018.
Desde la agencia se informó que se ha invertido este año $7,330 millones en problemas referidos a calderas que se suman a los casi $14,000 millones del año pasado. En este sentido se explica que hay un esquema de equipos de reparaciones en guardia a todas las horas de la semana para el que se han contratado a 90 personas y un servicio de seguimiento entre otras medidas.