La crisis alimentaria en Puerto Rico continúa agravándose. Cada vez son más las familias que deben ajustar su dieta, reducir comidas o sustituir alimentos nutritivos por opciones más baratas, en medio del aumento sostenido del costo de vida.
La historia de Maritza Ortega, una mujer de 53 años residente en Toa Alta, refleja la realidad que enfrentan miles de puertorriqueños. Diagnosticada con cáncer, necesita seguir una dieta específica que ya no puede costear. “Cuando voy al supermercado me limito a lo mínimo. Es frustrante caminar por los pasillos, ver lo que necesito y tener que sacar cosas del carrito”, contó.
Según un reportaje publicado por el diario español El País, más de la mitad de los adultos en la isla solo consume dos comidas al día debido al encarecimiento de los alimentos, la dependencia de las importaciones y la falta de políticas públicas eficaces. El trabajo, titulado “Alimentación y Dignidad: Análisis Comunitario de la Inseguridad Alimentaria en Puerto Rico”, detalla cómo la situación afecta de forma particular a mujeres mayores afrodescendientes y jefas de hogar.
Un problema estructural y creciente
El estudio de la organización Taller Salud advierte que la inseguridad alimentaria ha dejado de ser una emergencia temporal para convertirse en un problema estructural. “Afecta de manera desproporcionada a la niñez, jóvenes y adultos mayores”, explicó Tania Rosario, directora ejecutiva de la entidad.
Los datos recopilados en Loíza, San Germán y Salinas muestran que las comunidades más pobres y rurales son las más golpeadas. En Loíza, el 60% de las mujeres encuestadas reportó dificultades para acceder a alimentos nutritivos, frente al 39% de los hombres.
Inflación, desigualdad y falta de transporte
El incremento de los precios —que solo en junio subió un 3.4% respecto al año anterior— y la falta de transporte público son factores que agravan la situación.
“Muchas personas deben desplazarse largas distancias para trabajar y comprar comida, enfrentando dificultades económicas y energéticas”, señaló la abogada Rosa Seguí.
El economista José Caraballo-Cueto agregó que la dependencia de importaciones, la inflación global y los efectos de la guerra en Ucrania han reducido la oferta de alimentos y disparado los precios en la isla.
Respuestas desde la comunidad
Frente a la falta de soluciones gubernamentales, han surgido iniciativas comunitarias como Super Solidario, un supermercado gestionado por vecinos en Caguas que distribuye alimentos a precios accesibles, y AgroRecursos, una plataforma que conecta a agricultores locales con consumidores sin intermediarios.
“Tenemos agricultores capaces, terrenos fértiles y consumidores interesados. Lo que falta es coordinación, infraestructura y voluntad para invertir”, dijo Crystal Díaz, analista de AgroRecursos.
El hambre también enferma
El reportaje de El País advierte que la precariedad alimentaria está directamente ligada a enfermedades crónicas. Entre los encuestados, 48% padece hipertensión y 24% diabetes, condiciones agravadas por dietas pobres en nutrientes.
Mientras tanto, Maritza Ortega, como muchos en Puerto Rico, ajusta cada gasto para sobrevivir. “Compré un freezer pequeño y gas para cocinar. Era eso o seguir botando comida cada vez que se iba la luz”, confesó.
“Ya no se trata de vivir cómodamente, sino de hacer rendir lo poco que se tiene”.