El reloj marcaba las 12.01 en Londres cuando el anuncio se hizo público: el Duque de Edimburgo, el príncipe Felipe, el marido de Isabel II había muerto. Tenía 99 años al momento de detenerse su corazón. El corazón de la Reina, también habrá trastabillado de pena. Su compañero por más de 73 años dejó este mundo en el Castillo de Windsor que tantas alegrías, tristezas y anécdotas reunió en las más de siete décadas que compartieron. Durante todo ese tiempo él fue su pilar, un compañero abnegado, fuente inagotable de fortaleza.
Hoy, con 94 años, Isabel no tendrá ese bastón que la supo sostener en los momentos más duros de su vida. Y los medios británicos ya comienzan a preguntarse qué será de la Reina ahora que Felipe no estará más. “La pregunta inevitable ahora es: ¿qué pasará ahora que él ya no está allí? ¿Se apartará la reina de la mirada pública, como hizo la reina Victoria después de la muerte del príncipe Alberto? ¿Seguirá adelante independientemente? ¿O el Príncipe de Gales asumirá sus funciones?”, lanza esas preguntas el diario The Times.
En una nota de análisis escrita por Valentine Low, el tradicional periódico londinense plantea la posibilidad de que finalmente Carlos, el hijo mayor del matrimonio real sea quien asuma las responsabilidades mayores de Isabel II, preparándose para su futuro reinado. La autora recuerda 2012, la oportunidad en que Felipe estuvo grave y ella siguió adelante con sus compromisos, como toda su vida. ¿Lo hará ahora con 94 años y una pena que no se irá tan fácil? En aquel entonces, “su reacción fue exactamente la que esperábamos de una mujer cuya devoción al deber ha sido inquebrantable: siguió adelante a pesar de todo. Asistió al concierto del Palacio de Buckingham sin él; y al día siguiente, en la catedral de San Pablo, recorrió el pasillo sola, mostrando una figura un poco desamparada mientras caminaba lentamente detrás del alcalde. El espectáculo debe continuar”.
El príncipe Felipe de Gran Bretaña asiste a un desfile para marcar la final del Desafío Global 1664, en la explanada del Palacio de Buckingham (Reuters)
Low también apuntó palabras de la Reina refiriéndose a la importancia que tenía el Duque en su vida diaria y en sus deberes como cabeza de la Monarquía. “Es alguien a quien no le gustan los cumplidos, pero, sencillamente, ha sido mi fortaleza y mi permanencia durante todos estos años, y le debo una deuda mayor de la que jamás reclamaría, o que nunca sabremos”, fueron palabras textuales de Isabel sobre su marido muerto hoy.
La autora resalta, también, que a lo largo de su vida la Reina no se mostró como una persona “autoinsulgente” pese a los sinsabores que debió atravesar. “Esta es la mujer que el día después de la muerte de su padre tuvo que encontrarse con Winston Churchill y otros dignatarios cuando llegó a Heathrow. Está acostumbrada a controlar sus emociones en público”, remarcó la especialista en realeza de The Times.
Sin embargo, señaló: “No hay duda de que la Reina se asegurará de que continuará haciendo su trabajo mientras pueda. Sin embargo, la pregunta es: ¿qué podrá manejar? ¿Y por cuánto tiempo? En los últimos años, aunque el Palacio de Buckingham se ha mostrado reacio a admitirlo, pero la Reina ha reducido sus compromisos públicos. Ella ya no participa en la ceremonia del Recuerdo en el Cenotafio, sino que observa desde el balcón del Ministerio de Relaciones Exteriores mientras el Príncipe de Gales lidera las capas de guirnaldas de abajo. Carlos también realiza gran parte de los viajes al extranjero, aunque los miembros de la realeza más jóvenes también desempeñan un papel importante”.
La reina Isabel II pronuncia un discurso ante ambas cámaras del Parlamento en el Palacio de Westminster el 5 de mayo de 1995 ante el Príncipe Felipe (Reuters)
Pese a ese papel más destacado de su hijo, ella continuaría, pese a todo, siendo la soberana y él su heredero. “Leerá sus propias cartas rojas, presidirá la apertura estatal del Parlamento y tendrá audiencias semanales con el primer ministro”.
Así, diezmada en su alma y corazón, Isabel II podría acelerar los tiempos finales de su reinado y darle mayor protagonismo a su primogénito, dando por tierra también con otro dilema que transitó los pasillos del Palacio de Buckingham los últimos años: el deseo de su nieto William de ser él el elegido para sucederla en el trono. Los próximos días serán claves para conocer qué ocurrirá finalmente con su Corona.