Los dominicanos siguen llegando e imponiéndose comercialmente en el sur de El Bronx. Una comunidad migrante que sigue edificando sus propios negocios y encendiendo con sus sabores, sus salones de belleza, sus bodegas, sus taxis y sus ideas. Son los motores económicos de este condado.
Allí, a pesar de que todavía muchos, están recogiendo los “vidrios rotos” que dejó la pandemia como dibujan algunos reportes oficiales, los empleos y las empresas crecieron más rápido que en el resto de ese condado y la Ciudad.
Esta tendencia se debió, de acuerdo con un reporte de 2023 del contralor de Nueva York, Thomas DiNapoli, “en parte a las inversiones lideradas por la propia comunidad durante la pandemia, derivadas de las asociaciones público-privadas de la Ciudad, para desarrollar proyectos comerciales, de vivienda y culturales”.
“Aquí nadie tira la toalla”
Más allá de la complejidad de los informes estadísticos, la comerciante y dirigente comunitaria, Josefina Colón, quien por 40 años ha sido testigo de lo que ocurre en los vecindarios que rodean la Avenida Grand Concourse y la periferia de la calle 169, 170 y 171, cuenta que en particular sus paisanos, inclusive tres años después, están tratando de recuperarse con optimismo de la pandemia.
“La verdad es que la economía no es la misma. Pero aquí muy pocos están pensando en tirar la toalla”, contó quien apenas se está recuperando de un incendio, que devoró en minutos su salón de belleza el año pasado.
Josefina explica que si algo define la dominicanidad, es el optimismo y la alegría, así se tengan todos los vientos en contra.
“Hay días en que te va fatal, en que casi no llegan clientes. Y eso no es razón para sentirte triste. Mañana será otro día”, acotó.
“No hay tiempo para deprimirse”
Lo mismo piensa Julio Sánchez, con una barbería a pocas cuadras de la Avenida Grand Concourse y la Avenida Walton: “Hemos tenido altas y bajas. Pero yo no dejo de trabajar y apostar a este negocio. En realidad, aunque haya gente mala como en todos lados, la mayoría de nosotros lo que hacemos es trabajar y trabajar”.
Julio al frente de su barbería El Duke, comparte varias cuadras en ese vecindario, con un conglomerado de comerciantes quisqueyanos que “dominan” gran parte de las actividades económicas de ese sector.
Solamente, en esa cuadra del sur de El Bronx, que va desde la calle 169 y 170 con Grand Concourse, se cuentan a vuelo de pájaro, más de 24 comercios cuyos propietarios son dominicanos, generando empleos, pagando impuestos y aportando riqueza a la Gran Manzana.
“Llegué hace 40 años lavando platos, como la mayoría. Y poco a poco tras mi sueño, hoy soy un emprendedor. Mi visión es nunca rendirme. El que tiene un proyecto de vida, no tiene tiempo de pensar, ni de deprimirse. Aquí seguiremos”, compartió el quisqueyano.
También Pilar Fernández, quien vino de San Francisco de Macoris, al frente de su salón, a pocas cuadras de Julio y Josefina, confiesa que costaron años para que se acostumbrara a la vida de Nueva York, pero hoy solo piensa en seguir adelante, a toda costa, aunque el vigor comercial de hace algunos años no es el mismo.
“Básicamente estamos del trabajo a la casa. Y de la casa al trabajo, pero siempre muy agradecidos de poder crecer aquí. Obviamente nadie tiene la misma economía, si se compara con los años anteriores a la crisis de la pandemia, pero como dominicano, uno no deja de intentarlo“, remató.