A diez años del trágico fallecimiento del fiscal Alberto Nisman en Buenos Aires, la causa sigue sin resolverse, atrapada en un laberinto de acusaciones cruzadas y investigaciones judiciales que aún no logran definir una hipótesis clara sobre las circunstancias de su muerte.
El 18 de enero de 2015, el descubrimiento del cuerpo sin vida de Nisman, con un disparo en la cabeza, desató un fuerte terremoto político en Argentina, dado que no solo era el fiscal encargado de investigar el atentado más grave en la historia del país, ocurrido en 1994 contra la AMIA, sino también el hombre que al día siguiente iba a presentar una denuncia por encubrimiento de dicho ataque, que involucraba a la entonces presidenta Cristina Fernández.
Desde ese momento, la causa pasó por distintos jueces y fiscales, que no han logrado respuestas definitivas, mientras los informes periciales han sido contradictorios, llevando a teorizar tanto sobre un posible suicidio como sobre un homicidio. Horacio Lutzky, abogado que conoció a Nisman, destacó que las pruebas no permiten descartar ninguna de las hipótesis y considera que la muerte del fiscal ha quedado marcada por intereses políticos, tanto locales como internacionales, que han minado la credibilidad de la investigación.
La sociedad argentina expresó su repudio con una gran protesta en Buenos Aires y, según algunos analistas, ese malestar también influyó en las elecciones presidenciales de noviembre de 2015, donde el oficialismo sufrió una estrecha derrota ante Mauricio Macri.
A lo largo de los años, la muerte de Nisman se investiga como un homicidio, y la Justicia federal ha procesado a cinco personas, incluidos sus custodios y un allegado que le entregó el arma. Un reciente informe del fiscal a cargo de la causa reafirmó la hipótesis de homicidio, vinculando el hecho con su trabajo en la investigación del atentado de la AMIA y su denuncia por encubrimiento.
Hernán Cappiello, periodista que estuvo con Nisman antes de su muerte, indicó que todos los indicios apuntan a un asesinato vinculado a espías cercanos al kirchnerismo y al sector de Inteligencia y Ejército, destacando, entre otros, la presencia de un virus en el teléfono del fiscal y llamadas sospechosas entre agentes de inteligencia antes de su hallazgo.
En cuanto al caso AMIA, que Nisman investigaba, la denuncia contra Cristina Fernández fue desestimada un mes después de su muerte, pero luego reabierta durante el gobierno de Macri. Diana Wassner, familiar de una de las víctimas del atentado, denunció que el caso AMIA siempre ha sido desviado, sin buscar la verdad. Además, destacó un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que responsabilizó al Estado argentino por no investigar el atentado con la debida diligencia. Wassner se mostró resignada ante la falta de avances en ambos casos, asegurando que el encubrimiento ha sido la principal causa de que la verdad nunca salga a la luz.