Santo Domingo
En la Feria Ganadera no solo hay productos de primera necesidad. También hay historias que llegan al alma y que merecen un voto de confianza. Adonai Campusano se atrevió a contar la suya sin “pelos en la lengua”. ¿Por qué? Porque de ser un adolescente que robaba, pasó a convertirse en un hombre de trabajo y defensor de la mujer. Con este gesto solo quiere que otros jóvenes que andan en “malos pasos”, cambien su forma de ver la vida.
Él tiene sentimiento. Contó lo que llama “la verdad”, con un rostro que evidencia su arrepentimiento. En más de una ocasión, se le aguaron los ojos. Pero continuaba relatando su paso por “el bajo mundo” como le llama a esa época de su vida. Lo hacía mientras trasladaba su carrito de supermercado, de un lado a otro.
“Eran cosas de muchacho, pero estaban mal. Robaba con otros amigos para comprar ropa, ‘mujerear’ y beber”. ¿Tan joven? Se le preguntó, y respondió: “Es que a esa edad uno se cree muy hombre y ‘tiguere’. Yo tenía como 15 o 16 años y creía que era adulto”. Hoy tiene 23 años y una niña de tres.
¿Por qué cambiaste?
Adonai no pierde la oportunidad de dejar registrado lo mal que se sintió el día que decidió transformar su vida. Así como se sentía con la edad suficiente para hacer cosas de adultos, así se sintió para tomar la mejor decisión de su vida: “dejar de andar en malos pasos”.
“Dejé de hacer lo mal hecho por un buen consejo. Fue un día que el dueño de un negocio de pinturas me encontró robándole y, me sentó y me dijo: ‘tienes toda una vida por delante para estudiar, deja de hacer cosas malas’. Él cogió un cable en la mano para darme y lo tiró, no me dio ni me llevó a la Po licía. Me llevó adonde mi mama, y eso me dio mucha vergüenza, y jamás he vuelto hacerlo”. Lo dice convencido de haberse alejado de ese “mundo oscuro”.
A partir de ese día buscó trabajo. Se fue a una construcción y, ahí aprendió hacer detalles con yeso. Luego laboró en un restaurant donde aprendió a cocinar, y desde hace cuatro años se fue a probar suerte a la Feria Ganadera. Allí tiene un carrito para ayudar a sus clientes hacer las compras y llevárselas al vehículo.
Durante la conversación, muchos lo veían y hasta desde lejos, lo saludaban y buscaban su servicio. Es un líder dentro del grupo de jóvenes como él, que se dedican a este trabajo en la Feria Ganadera.