El Ministerio cubano de Exteriores convocó este lunes al encargado de negocios de Estados Unidos en La Habana, Timothy Zúñiga-Brown, para protestar por el duro contenido del informe anual del Departamento de Estado sobre la situación de los derechos humanos en el país caribeño.
Según un comunicado de la Cancillería de la isla, su director para EE.UU., Carlos Fernández de Cossío, trasladó a Zúñiga-Brown -máximo representante de Washington en La Habana en ausencia de embajador-, “el rechazo a las alegaciones engañosas y politizadas” sobre Cuba aparecidas en el informe, que se hizo público la semana pasada.
El informe que ha suscitado la queja del Ejecutivo cubano menciona torturas a disidentes políticos, ejecuciones extrajudiciales y otros abusos, y en su introducción el secretario de Estado, Antony Blinken, afirma que las ‘restricciones’ del Gobierno en Cuba siguen vulnerando la libertad de expresión, asociación, religión, creencias y movimiento.
Fernández de Cossío “instó al Gobierno de los Estados Unidos a que cese su campaña de descrédito contra Cuba en materia de derechos humanos y ponga fin a este y otros ejercicios unilaterales e injerencistas sobre estos temas”, indica la nota oficial.
También señala que el diplomático cubano deploró el oportunismo de Washington sobre “un tema tan sensible como los derechos humanos para su política de agresión contra países que no se subordinan al Gobierno estadounidense, y que defienden el derecho soberano de sus pueblos a la libre determinación”.
“Enfatizó que el citado informe es arbitrario y unilateral, se caracteriza por alegaciones e imputaciones que faltan a la verdad” y “repite calumnias que grupos políticos de los Estados Unidos, con posiciones extremas contra Cuba, han formulado durante años como pretextos para la promoción de acciones hostiles y la imposición de medidas económicas coercitivas”, prosigue el comunicado.
Por contra, Fernández de Cossío expresó a Zúñiga Brown que ‘las violaciones flagrantes y sistemáticas de los derechos humanos en los Estados Unidos y por parte del gobierno de ese país son conocidas y están documentadas’ y mencionó entre ellas el racismo, la xenofobia, la brutalidad policial y la tortura a prisioneros.
El representante cubano dijo asimismo que su país “goza de prestigio internacional en el ámbito de los derechos humanos y recordó su tradición de cooperación con los mecanismos de las Naciones Unidas que se aplican sobre bases universales y no discriminatorias”.
El informe estadounidense fue calificado, poco después de su publicación, de “indigno, inmoral y mentiroso” por el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.
El contenido del documento cayó como un jarro de agua fría en el país caribeño, que atraviesa una aguda crisis económica y donde se esperaba que la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca en enero pasado suavizara las tensiones bilaterales vividas durante el anterior mandato de Donald Trump y propiciara un nuevo acercamiento.
En sus cuatro años en el poder, el líder republicano suprimió los canales legales de envío de remesas, endureció los requisitos para viajar a la isla, vetó los cruceros, prohibió los vuelos a todos los aeropuertos cubanos excepto el de La Habana y volvió a incluir a Cuba en la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo.
El pasado 9 de marzo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que Biden no tiene entre sus prioridades un acercamiento a Cuba como el que protagonizó el exmandatario Barack Obama (2009-2017), pero aseguró que revisarán las decisiones con respecto a Cuba tomadas por la administración Trump, en especial la de incluir a la isla en la citada lista. EFE