23 de octubre de 2024

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Crisis de poder cubana: una historia de bloqueos y apagones

KINGSTON, Jamaica. – Los recientes cortes de energía que se apoderan de Cuba sirven como un duro recordatorio de la estrategia de larga data de los Estados Unidos para socavar el gobierno de la nación insular.

Lejos de ser un giro de ironía, estos apagones son la última manifestación de una campaña cuidadosamente orquestada de estrangulamiento económico que ha abarcado más de seis décadas.

A pesar de los esfuerzos persistentes de Washington para poner de rodillas al gobierno cubano, la resiliencia de la nación ha seguido siendo una espina en el costado de los responsables de la política exterior de los Estados Unidos.

Mientras Cuba se enfrenta a cortes de energía generalizados, las sombras proyectadas por el embargo de larga data se ciernen sobre los intentos de la isla de mantener su infraestructura y proveer a sus ciudadanos. Esta última crisis ilumina no solo las calles oscuras, sino también una compleja historia de relaciones internacionales y guerra económica.

Las raíces de esta crisis se remontan a 1960, cuando los Estados Unidos, en un movimiento sin precedentes, impusieron amplias sanciones políticas y económicas contra Cuba.

Esto marcó el comienzo de una red integral de restricciones diseñadas para tocar todas las facetas de la sociedad cubana, con la intención explícita de sofocar su economía y empujar a su pueblo al borde de la desesperación.

Durante más de seis décadas, esta estrategia ha impuesto esfuerzos exhaustivos para debilitar la economía de Cuba reteniendo dinero y suministros, reduciendo los salarios e induciendo dificultades generalizadas.

¿El objetivo final? Desmantelar los éxitos sociales, económicos y culturales logrados desde la revolución cubana y derrocar al gobierno a través de la presión económica.

El impacto de estas medidas punitivas ha sido asombroso. Según las estimaciones cubanas, las pérdidas acumuladas durante las seis décadas del bloqueo ascienden a una cifra de 144,413 billones de dólares a precios actuales, una cifra que subraya el profundo y duradero impacto de estas sanciones en el pueblo cubano.

Sin embargo, a pesar de estos desafíos, Cuba ha demostrado una notable resistencia. La capacidad del gobierno para mantener su postura y continuar proveyendo a sus ciudadanos frente a tal presión sostenida es un testimonio tanto de su ingenio como del apoyo que mantiene entre su población.

Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez

El ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, el ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, no se anduo con rodeos al abordar la situación. “Si el gobierno de los Estados Unidos realmente quisiera apoyar al pueblo cubano, levantaría el bloqueo, lo que evitaría los constantes apagones que estamos sufriendo”, declaró, caracterizando las declaraciones de Washington como “desvergonzadas” y revelando un “sentimiento triunfalista con respecto al impacto del bloqueo en el sistema de electroenergía cubano”.

Rodríguez pasó a cuestionar las afirmaciones hechas por la administración Biden con respecto a la ayuda humanitaria a Cuba. “Es mentira que se hayan autorizado 100 mil millones de dólares en ayuda humanitaria. La realidad es que incluso las pequeñas donaciones solidarias están siendo bloqueadas.

¿Te han equivocado los ceros? ¿O solo se están burlando de nosotros?” Sus comentarios puntuales subrayan la cruda realidad a la que se enfrentan los cubanos: una nación retenida como rehén por la política, donde incluso los gestos de buena voluntad parecen cortocircuitar en la frontera.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), un bloque regional que incluye a Cuba y varios de sus aliados, no dudó en señalar con el dedo. En un comunicado, dejaron al descubierto su perspectiva: “La compleja situación que esta digna nación está experimentando hoy en día es el resultado de la guerra económica, la persecución financiera y las restricciones al suministro de combustible impuestas por la administración de los Estados Unidos, que busca sofocar a Cuba en su compromiso con el bienestar de su pueblo”.

Como para subrayar la gravedad de la situación, la red eléctrica de Cuba sufrió otro gran fracaso el domingo por la tarde, solo unos días después de que un evento de “generación cero” sumiera a millones en la oscuridad. El Ministerio de Energía y Minas de Cuba informó de la última desconexión del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), con esfuerzos para restaurar la energía lanzados de inmediato.

Este juego eléctrico de golpear un topo sigue a un apagón significativo provocado por fallas en la planta termoeléctrica de Antonio Guiteras. A pesar de los esfuerzos las 24 horas del día para estabilizar la red, la infraestructura energética de Cuba continúa parpadeando precariamente, un duro recordatorio de los efectos de agravado de la escasez de combustible y los problemas técnicos exacerbados por las sanciones estadounidenses.

En respuesta a esta crisis, el gobierno cubano se ha visto obligado a aplicar medidas drásticas, incluida la suspensión de servicios no esenciales. Es un acto de equilibrio de alto riesgo, priorizando las necesidades básicas de la población mientras corre contra el tiempo para devolver la vida a un sistema de energía vacilante.

En este juego de alto riesgo de mantener las luces encendidas, Cuba está desplegando todos los recursos disponibles. Los servicios esenciales se mantienen a través de la generación distribuida, mientras que los equipos de especialistas trabajan incansablemente en toda la isla para resucitar la red eléctrica.

Mientras Cuba navega por esta tormenta perfecta de tensión geopolítica y desafíos infraestructurales, una cosa queda clara: el camino hacia un suministro de energía estable está plagado de obstáculos, tanto naturales como artificiales.