
El Ministerio de Comercio de China anunció este martes la prohibición de transacciones con cinco filiales del gigante surcoreano Hanwha Ocean, en respuesta a su participación en una investigación estadounidense sobre el dominio chino en la industria mundial de construcción naval. La medida representa un nuevo golpe a los esfuerzos del presidente Donald Trump por reconstruir la industria naval estadounidense y fortalecer su competitividad global.
El Ministerio chino explicó que la decisión se enmarca en una represalia directa contra la investigación de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos (USTR), iniciada en abril de 2024 bajo la Sección 301, que concluyó que el dominio de China en el sector representa una carga para las empresas estadounidenses.
Beijing calificó la investigación como una “amenaza para la seguridad nacional y la industria marítima china” y advirtió sobre “nuevas contramedidas” si Washington y sus aliados continúan presionando al país asiático.
Entre las entidades sancionadas figuran Hanwha Shipping LLC, Hanwha Philly Shipyard Inc., Hanwha Ocean USA International LLC, Hanwha Shipping Holdings LLC y HS USA Holdings Corp.
“El mensaje es claro: China acaba de convertir la construcción naval en un arma”, señaló Kun Cao, subdirector ejecutivo de la consultora Reddal. “Beijing está advirtiendo que también golpeará a empresas de terceros países que cooperen con Washington para contrarrestar su dominio marítimo”.
Tras el anuncio, las acciones de Hanwha Ocean cayeron más de 8% en la Bolsa de Corea del Sur, antes de cerrar con una baja del 5,8%.
La compañía respondió mediante un comunicado afirmando que está “evaluando el posible impacto comercial” de las sanciones chinas, pero no anticipó cambios inmediatos en sus operaciones.
La decisión china llega mientras EE. UU. y Corea del Sur refuerzan su cooperación industrial y militar en el sector naval. En 2024, Hanwha adquirió el astillero Philly Shipyard en Pensilvania por 100 millones de dólares y anunció una inversión de 5.000 millones para expandir muelles y astilleros, como parte del plan de Trump para revivir la capacidad de construcción naval estadounidense.
Además, la empresa surcoreana ha firmado contratos de mantenimiento y reparación con la Marina de Estados Unidos, consolidándose como un actor estratégico en la cadena de suministros del Pentágono.
El conflicto naval se suma a una renovada guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo.
El presidente Donald Trump amenazó con imponer un arancel del 100% a las importaciones chinas, tras los nuevos controles de exportación de tierras raras impuestos por Beijing.
En respuesta, China implementó tarifas portuarias espejo a los buques estadounidenses y sus filiales, replicando las medidas que Washington había aplicado previamente.
Pese al aumento de las tensiones, el gobierno chino aseguró que “las conversaciones de trabajo con Estados Unidos continúan”, en referencia al posible encuentro entre Trump y Xi Jinping previsto para finales de este mes.
China mantiene una posición hegemónica en la construcción naval global, concentrando más del 50% de los nuevos pedidos mundiales.
Corea del Sur representa alrededor del 30%, mientras que Japón apenas supera el 10%.
Por el contrario, las empresas estadounidenses controlan solo el 2,9% de la flota mundial por capacidad y apenas el 0,1% del tonelaje de construcción naval global.
Trump ha prometido “reconstruir la industria naval nacional” como parte de su política para revivir la manufactura estadounidense, considerada estratégica para la seguridad nacional.