
El gobierno de Estados Unidos afirmó que no considera al presidente salvadoreño Nayib Bukele como parte del grupo de líderes autoritarios de la región, luego de que la Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por su partido Nuevas Ideas y sus aliados, aprobara una reforma constitucional que permite la reelección presidencial indefinida.
Bukele compartió en X una declaración del Departamento de Estado de EE. UU., en la que se destaca que la Asamblea fue “elegida democráticamente” y que le corresponde a los salvadoreños decidir cómo gobernarse.
En respuesta a una consulta de EFE, el Departamento de Estado expresó: “Rechazamos la comparación del proceso legislativo de El Salvador, basado en la democracia y constitucionalmente sólido, con regímenes dictatoriales ilegítimos en otras partes de nuestra región”.

La reforma aprobada también amplía los mandatos presidenciales de cinco a seis años, lo que encendió las alarmas entre observadores internacionales, defensores de derechos humanos y miembros de la oposición.
Críticas desde Human Rights Watch y la Iglesia
Juan Pappier, subdirector para las Américas de Human Rights Watch, señaló:
“Es lamentable ver que Estados Unidos está defendiendo intentos de establecer una autocracia en El Salvador. Esto socava su credibilidad ante otros regímenes autoritarios”.
Por su parte, el arzobispo de El Salvador, José Luis Escobar Alas, pidió reconsiderar la aprobación sin consulta popular, señalando que este paso afecta la legitimidad del proceso constitucional.
Concentración de poder y persecución a críticos
Desde que asumió el poder, Bukele ha concentrado el control de instituciones clave, colocando aliados en las cortes, debilitando contrapesos y promoviendo leyes que, según organizaciones de derechos humanos, restringen la libertad de prensa y la disidencia.
Aunque Bukele mantiene alta popularidad por su combate frontal contra las pandillas, sus detractores afirman que el costo ha sido el retroceso del Estado de derecho.
Apoyo de Trump y silencio de Biden
La creciente represión en El Salvador ha sido alimentada, según analistas, por la falta de presión del gobierno de Joe Biden y los elogios constantes de Donald Trump. Aunque Biden fue crítico en el pasado, su administración ha mantenido silencio frente a la concentración de poder de Bukele, debido en parte a la cooperación de El Salvador en materia migratoria.
Exilio forzado y represión reciente
En los últimos meses, el gobierno de Bukele ha:
- Arrestado a varios críticos abiertamente opositores.
- Reprimido una protesta pacífica con violencia.
- Aprobado una polémica ley de “agentes extranjeros”, similar a las que usan gobiernos como Rusia, Venezuela o Nicaragua para intimidar a ONGs y periodistas financiados desde el exterior.
Más de 100 activistas, académicos y periodistas han huido del país, denunciando persecución o riesgo de ser encarcelados.